En México, los feminicidios son una trágica y frecuente realidad: cada día, un promedio de 10 mujeres son asesinadas por razones de género. Sin embargo, cuando ocurre un homicidio donde la víctima es un hombre y la agresora es una mujer, ¿cómo actúa el sistema de justicia?
El homicidio de un hombre a manos de una mujer no recibe una clasificación especial como el feminicidio, sino que se trata bajo el tipo penal de homicidio doloso. Esto se debe a que no existe en el Código Penal una figura equivalente al feminicidio para hombres. El feminicidio contempla elementos específicos como violencia sexual previa, mutilaciones, amenazas, o el hecho de que la víctima haya sido asesinada por su condición de mujer.
Aunque menos frecuentes, los casos en los que mujeres asesinan a hombres suelen ser registrados bajo causas como defensa propia, violencia familiar o conflictos personales, y la ley se aplica según los hechos probados y no bajo una figura de crimen de odio o por razón de género.
El contraste en cifras, contexto y tratamiento legal pone en relieve la desigualdad estructural que motiva la figura del feminicidio. No se trata de darle más valor a una vida que a otra, sino de visibilizar las razones sistemáticas y de género que explican por qué tantas mujeres son asesinadas por el hecho de ser mujeres.