Las redes sociales se han convertido en un altar improvisado para despedir a Emmanuel, conocido cariñosamente como “Emma” entre sus amigos y seres queridos, tras su sorpresivo fallecimiento en su domicilio ubicado en pleno centro de la ciudad.
La noticia de su muerte se esparció con rapidez y sin necesidad de titulares. Bastaron unas cuantas publicaciones para que el duelo comenzara a tomar forma en muros de Facebook, historias de Instagram y estados de WhatsApp. “Pinch… Emma, ¿por qué, we…?”, escribió un amigo, reflejando el desconcierto que embarga a muchos desde que se conoció la noticia.
“Descansa en paz”, “Te quiero, hermano. Vuela alto”, y “Emmanuel, lamentamos con profunda pena tu fallecimiento”, son solo algunos de los cientos de mensajes que comenzaron a llenar el espacio digital, todos con un mismo hilo conductor: el dolor de una pérdida inesperada y la nostalgia por quien fue y ya no estará.
Emma no era una figura pública, ni una celebridad. No salía en la televisión ni acaparaba reflectores, pero su forma de ser dejó huella en quienes compartieron con él momentos grandes y pequeños. “En paz descanse el compa”, escribió otro amigo junto a una fotografía donde Emma aparece riendo, como si el tiempo se hubiera detenido justo en ese instante.
Mientras la ciudad sigue su rutina, para quienes lloran a Emma todo parece haberse detenido. Hoy, las redes lo despiden con palabras, imágenes, oraciones y silencios digitales cargados de sentimiento. Aunque él ya no esté para leer esos mensajes, el cariño que sembró parece estar regresando en forma de despedidas.
En medio de la tristeza, se asoma también el amor que provocó su existencia. Emmanuel se fue, pero su recuerdo permanece vivo en cada publicación, en cada lágrima compartida, en cada “te vamos a extrañar”.
