viernes, junio 21, 2024

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México.- Las cardiopatías, la diabetes y las enfermedades renales figuran entre las enfermedades crónicas más frecuentes en Estados Unidos, y todas ellas están estrechamente relacionadas.

Los adultos con diabetes tienen el doble de probabilidades de sufrir una cardiopatía o un accidente cerebrovascular que quienes no la padecen. Los diabéticos de tipo 1 y 2 también corren el riesgo de padecer enfermedades renales. Y cuando los riñones no funcionan bien, el corazón de una persona tiene que esforzarse aún más para bombearle sangre, lo que puede desembocar en una cardiopatía.

Las tres enfermedades se superponen tanto que el año pasado la Asociación Estadounidense del Corazón acuñó el término síndrome cardiovascular-renal-metabólico (CRM) para describir a los pacientes que padecen dos o más de estas enfermedades, o corren el riesgo de desarrollarlas. Un nuevo estudio sugiere que casi el 90 por ciento de los adultos estadounidenses muestran ya algunos signos precoces de estas afecciones relacionadas.

Aunque solo el 15 por ciento de los estadounidenses cumple los criterios de los estadios avanzados del síndrome CRM, lo que significa que se les ha diagnosticado diabetes, cardiopatía o nefropatía, o que corren un alto riesgo de padecerlas, las cifras siguen siendo “astronómicamente más altas de lo esperado”, dijo Rahul Aggarwal, cardiólogo del Brigham and Women’s Hospital de Boston y coautor del estudio.

La investigación sugiere que la gente debería prestar atención desde el principio a los factores de riesgo compartidos de estas enfermedades, como el exceso de grasa corporal, niveles descontrolados de azúcar en la sangre, la hipertensión y los niveles altos de colesterol o triglicéridos.

Un ciclo peligroso
Los riñones, el corazón y el sistema metabólico (que ayuda a transformar los alimentos en energía y mantiene los niveles de azúcar en sangre) trabajan en estrecha colaboración. Si algo va mal en uno de ellos, puede provocar problemas en los demás.

Uno de los cambios iniciales más importantes en quienes desarrollan diabetes de tipo 2 es la resistencia a la insulina, que se produce cuando el organismo no responde a la insulina después de las comidas como debería. Esto hace que aumenten los niveles de azúcar en sangre.

Con el tiempo, los niveles elevados de azúcar en sangre estrechan y endurecen los vasos sanguíneos. Esto significa que el corazón tiene que trabajar más:

la presión sanguínea aumenta para ayudar a las células sanguíneas y a los nutrientes a pasar a través de unos vasos estrechos e inflexibles. (Las personas con diabetes de tipo 1, cuyo organismo no produce suficiente insulina, también pueden experimentar esto si su glucemia está mal controlada).

Esa hipertensión es como el queroseno en el fuego. Provoca inflamación en el organismo, dijo Chiti Parikh, directora ejecutiva de Salud Integral y Bienestar de Weill Cornell Medicine de Nueva York. Esta inflamación, combinada con la resistencia a la insulina, eleva los niveles de triglicéridos y colesterol LDL, que contribuyen a la acumulación de placa en los vasos sanguíneos. A la larga, la placa puede romperse y provocar un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular.

Todos estos factores —presión arterial alta, azúcar en sangre descontrolada y triglicéridos y colesterol LDL elevados— también afectan a los riñones. Pueden reducir el flujo sanguíneo a los riñones y causar daños permanentes en las células que filtran la sangre. Y cuando los riñones dejan de filtrar la sangre tan bien como deberían, se producen desequilibrios en la cantidad de líquido, hormonas, ácidos y sal en el organismo, explicó Kumar Sharma, director del Centro de Medicina de Precisión y Nefrología de la University of Texas Health de San Antonio. Esto provoca más inflamación y problemas cardiovasculares y dificulta el control del azúcar en sangre.

Mientras que los problemas de azúcar en la sangre a menudo comienzan este peligroso ciclo, dijo Parikh, el exceso de grasa corporal, la inflamación, el colesterol alto y otros factores de riesgo también pueden impulsar cambios que pueden conducir a enfermedades cardíacas o renales o diabetes con el tiempo.

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