91 años de que un fotógrafo anónimo, seguramente con una de aquellas cámaras mastodónticas que estallaban en luces al capturar el tiempo, tomó esta hermosa foto en las llanuras solitarias del Distrito de Riego 05, en los lindes de donde al año siguiente nacería Delicias, que ayer cumplió sus primeros y felices 90 años.
Un mundo de tiempo, un suspiro, un parpadeo en la eternidad, diría el inspirado vate.
De entonces a estos faustos días, vaya que ha corrido agua bajo los puentes, bajo los vados, entre los surcos, las amelgas y los ríos, así nos quejemos y salgamos raspados por las recurrentes sequías, de las que venturosamente siempre resurgimos, siempre y cada vez resurgimos, nos reinventamos, emergemos con más ganas, con las ganas y los ánimos conque llegaron los padres fundadores.
Al conmemorarse ayer las las primeras nueve décadas de la ya nonagenaria Delicias, la hermana menor de Saucillo, Rosales, Meoqui, Julimes, qué grato es vivir hermanados en el propósito fijo de ampliar horizontes, de luchar unidos contra los avatares ingratos de la vida, de festejar del brazo las fechas señeras que dicta la micro historia de estas comunidades de sol, de sombras magras, de campos fértiles, de años infértiles, de ríos crecidos y de ríos secos, de triunfos y de fracasos, de vidas compartidas.
Las fechas singulares de mujeres y de hombres de soles brillantes, de lunas hermosas, de hombres y mujeres que se emocionan simultáneos ante una rola por la tercera, que aplauden una pelota que pega en el tablero y encuentra el aro en décimas de segundos de nervios y expectación, que aplauden un gol en la portería vencida, que se duelen solidarios frente a los infortunios que enlutan su comarca, que por meses se viste de duelo y de crespones negros.
Que en días como ayer se abrazan festejando el cumple de Delicias.
Y ya en abril, el mes de los delicienses nativos y avencindados, y hablando de cumpleaños y mujeres, disfrutemos esta foto en que luce sus gracias y sus galas la enfermera jubilada y jubilosa Lilia Alfonsina Rodríguez Mendoza, oriunda de Minas Nuevas, allá en la región parralense, que en Delicias, en el ejercicio de su generosa profesión, obtuvo su nuevo gentilicio: deliciense para siempre.
Vino a la tierra de sus entrañas a vivir sus fiestas, a encantarse en sus museos, a escuchar el canto de los pájaros en sus plazas, a perderse en las calles y avenidas recordando,entre nostálgica y alegre, cuando las caminaba hacia el Seguro Social vestida de punto en blanco, desde la cofia inmaculada hasta los zapatos de suela de silenciosa goma para no despertar a sus pacientes.
La flanquean sus amigas Satur Stirk, María Esther Pérez and Cecy Torres, tres damas de variados historiales, permanentemente involucradas en tareas de variada índole.
Por: Carlos Gallegos/Cronista Municipal de Delicias