Para ilustrar la acumulación de fibra amiloide, que es algo observado en el cerebro de pacientes con Alzheimer, la química Liliana Quintanar usa como símil la idea de largas vías ferroviarias.
«Puede haber varias entrecruzadas, y de repente el cerebro ya se llenó de esas vías de tren», expone en entrevista telefónica la académica del Departamento de Química y del Centro de Investigación sobre el Envejecimiento del Cinvestav.
«La teoría es que esos agregados, esos oligómeros y agregados más grandes de fibras amiloides, obviamente interfieren con la comunicación neuronal porque están justo ahí en la sinapsis donde nuestras neuronas se están conectando», apunta la científica.
Con la intención de evitar que las fibras amiloides formen esa compleja «red ferroviaria» -siguiendo con la analogía de Quintanar- a lo largo del cerebro, grupos de investigación identificaron como blanco farmacológico al origen de éstas, el llamado péptido beta-amiloide, producto de la proteína precursora amiloide que está en las neuronas.
Así surgió el lecanemab, innovador fármaco cuyo uso en México fue aprobado por Cofepris el pasado 26 de noviembre, y que tiene como mecanismo de acción impedir dicha agregación de fibras amiloides, «esos mazacotes de proteína que están compuestos principalmente de este péptido beta-amiloide», detalla Quintanar.
«La estrategia aquí fue: Vamos a generar anticuerpos que puedan ir contra el péptido beta-amiloide, y puedan prevenir su agregación; (…) hagamos algo para prevenir que se formen estos oligómeros que son neurotóxicos y estas fibras amiloides.
«Entonces, este anticuerpo lecanemab es específico para las protofibras del péptido beta-amiloide, para esos primeros cachitos de vías de tren, y evitar que sigan creciendo», explica la química del Cinvestav, estudiosa de la interacción de metales con proteínas implicadas en enfermedades neurodegenerativas.
Desarrollado por las farmacéuticas Eisai, de Japón, y BioArctic, de Suecia, el anticuerpo monoclonal lecanemab consiguió en su ensayo clínico fase III, realizado a lo largo de 18 meses con mil 800 participantes diagnosticados con Alzheimer leve, ralentizar en un 27 por ciento el deterioro cognitivo a causa de esta enfermedad.
En otras palabras, no se trata de una cura ni tampoco es un tratamiento para cualquier paciente con este mal neurodegenerativo, sino que sólo está indicado para reducir la tasa de progresión de la enfermedad y retardar el deterioro cognitivo y funcional en quienes aún se encuentran en etapas iniciales.
«Es cierto que ha habido mucha crítica de: ‘Bueno, queremos curar el Alzheimer, no sólo retrasar 27 por ciento su progresión’, pero también es cierto que no tenemos otra cosa mejor», opina Quintanar, poniendo en perspectiva las décadas de estudio de esta enfermedad y la enorme cantidad de recursos invertidos en busca de una cura.
«Y es la hora que no llegamos», prosigue la científica. «No sé, creo que sí puede haber detrás (de que se aprobara su uso) una cierta desesperación luego de tanta inversión, y que no tengamos todavía una cura. Pero es que no es fácil».
La aprobación del lecanemab en México y otros países ha dividido opiniones. Por un lado, una entidad como la Fundación Pasqual Maragall, que fomenta y apoya la investigación científica en torno al Alzheimer, lo ha definido como «un hallazgo esperanzador»; mientras que en redes se pueden leer comentarios negativos.
«Innovador pero ineficaz, sumamente caro y con resultados mediocres», escribió en X el neurólogo Juan Carlos Delgado, del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre.
«En pacientes con Alzheimer, ¿lecanemab o donanemab? No los emplee. Daños sin beneficios», publicó en la misma red social el médico español Juan Gérvas.
Quintanar, por su parte, prefiere no pronunciarse en ninguno de estos sentidos, completamente a favor o en contra.
«En realidad, la noticia es como es: Se está aprobando un fármaco que no es excelente, o sea, no va a curar el Alzheimer, pero es lo único que tenemos hoy. Y puede sonar muy frustrante para el público en general», admite la académica de Cinvestav, insistiendo en que no es una enfermedad fácil de curar.
Algo que ha alarmado al respecto de este desarrollo biotecnológico, que se aplica por infusión intravenosa quincenalmente, son las hemorragias cerebrales observadas como efecto secundario en algunos participantes, cuyas complicaciones habrían provocado la muerte a por lo menos dos personas, según reportó en su momento la revista Science.
De ahí que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos, recomiende un estudio genético previo al inicio del tratamiento, además de seguimiento a los pacientes con resonancias magnéticas.
«Estamos hablando de un fármaco carísimo que se aplica por infusión; no es una píldora que te vayas a tomar y ya, te regresó la memoria. No, de ninguna manera. Es algo que podría a largo plazo mejorar la calidad de vida de los pacientes, pero que requiere demasiado tanto en el costo mismo del medicamento como en el cuidado médico que se requiere.
«A menos que el Secretario de Salud nos dé una sorpresa», bromea Quintanar, «no podemos imaginar que eso sea sostenible para el sector público en México».
Mejorar hábitos, opción a la mano
Mientras siga sin haber una cura para el Alzheimer, lo mejor es apostar por estrategias de prevención.
Esta es la política sanitaria que mejor podrá redituar, asegura la química Liliana Quintanar, quien enlista consejos que, a estas alturas, le parecen propios del sentido común: llevar una vida sana, alimentarse saludablemente y hacer ejercicio.
«Ya son cosas bien establecidas que podemos hacer, acciones que cada uno podemos emprender como prevención.
«Somos una población adicta a productos que no abonan para nuestra salud», continúa la científica. «Mantener esta salud general, cardiovascular, ayuda a prevenir enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer».
Quintanar refiere incluso el trabajo de su colega Claudia Pérez Cruz, también de Cinvestav, acerca del vínculo entre Alzheimer y una microbiota intestinal proinflamatoria (REFORMA 19/03/2023). Es decir, que una de las causas de este trastorno neurodegenerativo radique en el tipo de bacterias alojadas en el intestino.
«Lo que Claudia y otros grupos están demostrando es que si tú favoreces una microbiota de la buena, de la que puede estar generando compuestos que son buenos para tu cerebro, puedes quizás tener un impacto positivo», remarca Quintanar.
«Ese es un cambio que cada persona podría hacer como una elección consciente», exhorta la química, e insiste: «En realidad, la mejor apuesta que podemos hacer es la de la prevención y la de llevar una vida sana con una dieta saludable y ejercicio».
¿Alzheimer, qué es?
La enfermedad de Alzheimer es un trastorno cerebral que destruye lentamente la memoria y la capacidad de pensar:
- Con el tiempo, afecta la habilidad de llevar a cabo hasta las tareas más sencillas.
- Las personas con esta enfermedad también experimentan cambios en la conducta y la personalidad.
- No es una parte normal del envejecimiento. Es el resultado de cambios complejos en el cerebro que empiezan años antes de que aparezcan los síntomas y que originan la pérdida de neuronas y sus conexiones.
- ¿Qué lo causa?
Aún no se comprenden totalmente las causas, pero es probable que incluyan:
- Cambios en el cerebro relacionados con la edad, que pueden dañar las neuronas y afectar otras células cerebrales.
- Cambios o diferencias en los genes, que podrían ser hereditarios.
- Factores de salud, ambientales y de estilo de vida, como exposición a contaminantes, enfermedades cardiacas, accidentes cerebrovasculares, presión arterial alta, diabetes y obesidad.
Los síntomas
Los síntomas varían según cada persona y pueden incluir:
- Dificultad para encontrar o para expresar palabras, en comparación con otras personas de la misma edad.
- Problemas espaciales y de visión, como no estar consciente del espacio que los rodea.
- Deterioro en el razonamiento o criterio, lo que puede repercutir en las decisiones que toman.
- Demorarse más para poder finalizar las tareas diarias.
- Repetir preguntas.
- Tener problemas para manejar dinero y pagar facturas.
- Deambular y perderse.
- Perder o extraviar cosas en lugares inusuales.
- Mostrar cambios en el estado de ánimo o en la personalidad.
- Tener más ansiedad o ser más agresivo.