En lugar de hablar de política en las reuniones familiares de la temporada de fin de año, considera un tema menos complicado: la muerte.
Es algo en lo que pocos queremos pensar, pero la muerte es una realidad con la que todos nos encontraremos; a menudo primero como cuidadores y luego, inevitablemente, cuando llegue a la nuestra.
Por incómodo que pueda resultar, hablar de los cuidados médicos que uno quiere recibir al final de su vida es “una de las cosas más amorosas” que uno puede hacer por su familia, comentó Jennifer Gabbard, directora del Programa de Investigación en Medicina Paliativa de la Facultad de Medicina de la Universidad Wake Forest.
Estar al tanto de tus deseos con antelación puede hacer que las decisiones difíciles sean un poco más fáciles para tus seres queridos, y saber que están haciendo lo correcto será un consuelo.
Estas conversaciones no son solo para las personas que están en sus años dorados. Si eres joven y estás sano, puedes plantearlo como una plática de “por si me atropella un autobús”, explicó Omni Kitts Ferrara, directora de educación de la Asociación Internacional de Doulas para el Final de la Vida.
La muerte es un tema complicado, por lo que vale la pena pensar en cómo hacer que estas conversaciones sean menos estresantes para tus familiares y amigos. He aquí un esbozo de lo que hay que tratar.
Sí, hablamos de un documento de voluntad anticipada
En los cuidados al final de la vida, hay dos cosas principales que considerar, platicar y, en última instancia, poner por escrito. La primera es qué tipos de tratamientos quieres o no quieres recibir, lo que suele denominarse testamento vital. La segunda es quién te gustaría que comunique tus preferencias y tome decisiones sobre tus cuidados en caso de que no puedas hacerlo, lo que se conoce como poder notarial para la atención médica. Juntas, estas instrucciones constituyen tu voluntad anticipada: documentos que puedes compartir con tu familia y con tu médico para que sean archivados junto con tu historial médico.
No es necesario que un médico o un abogado rellenen los documentos de voluntad anticipada, pero sí que los firmen tú y al menos un testigo. En EE. UU., los requisitos exactos difieren de un estado a otro —en algunos lugares, los formularios deben ser autenticados por un notario—, así que asegúrate de averiguar lo que se pide en tu estado.
Primero, enfócate en tu testamento vital
Antes de hablar de tus deseos con los demás, puede ser útil redactar un testamento vital para tener claras tus ideas sobre el tema. Algunos sistemas de salud grandes disponen de formularios que pueden facilitar a los pacientes, o puedes encontrar uno en internet. Varios expertos con los que hablamos recomendaron el sitio web Five Wishes como recurso útil.
En general, el testamento vital se reduce a si “quieres cuidados paliativos solo para tratar tus síntomas” o si “quieres un tratamiento agresivo sea cual sea el pronóstico”, explicó Caitlin Cassady, trabajadora social especializada en el final de la vida y coautora del libro Dying at Home: A Family Guide for Caregiving.
Algunos testamentos vitales preguntan si querrías intervenciones médicas específicas para prolongar la vida, como un respirador artificial o una sonda de alimentación. Sin embargo, dado que puede resultar difícil entender lo que estos procedimientos podrían implicar, muchos testamentos vitales se enfocan en tus valores y prioridades además de en los tratamientos específicos, o incluso en lugar de ellos.
Por ejemplo, podrían preguntarte: ¿Qué da sentido a tu vida, y cómo te sentirías si no pudieras hacer esas cosas? ¿Qué condiciones de vida serían inaceptables para ti? Es valioso reflexionar sobre este tipo de preguntas y explorarlas con las personas más cercanas a ti.
Un testamento vital es distinto de una orden de no reanimar o de un documento de órdenes médicas de tratamiento para mantener la vida, ambas cosas destinadas a personas que los médicos consideran que tienen un riesgo más inminente de morir. Estos formularios los facilita y llena el personal del hospital, y solo cubren intervenciones médicas concretas, como la reanimación cardiopulmonar o la intubación.
Toma en cuenta que un testamento vital no es “algo que se hace una sola vez”, dijo Gabbard. Es probable que tus deseos cambien a medida que envejezcas, o que una enfermedad terminal cambie tus planes, así que revísalo cada par de años.
Y cada vez que lo hagas, háblalo con tu familia. Porque aunque redactar un testamento vital es un paso crucial, hablar de tus deseos con tus seres queridos puede ser igual de importante.
Después, designa a tu apoderado médico
Aunque tu familia debe estar informada de tus deseos médicos, tu poder notarial para la atención médica comunicará oficialmente tus preferencias al equipo médico y tomará decisiones sobre tu cuidado en caso de que tú no puedas hacerlo.
Tu apoderado notarial para la atención médica puede ser quien tú quieras —no tiene que ser un familiar—, pero hay algunas cosas que debes tomar en cuenta a la hora de pensar en a quién elegir, comentó Cassady. ¿Qué tan cercano eres a esa persona? ¿Puedes mantener conversaciones difíciles con ella? ¿Sería capaz de cumplir tus deseos, aunque ello supusiera suspender un tratamiento que te salvara la vida? ¿Cómo se comporta en una crisis?
“¿Quién crees que toma decisiones muy buenas en situaciones de estrés?”, dijo Cassady. Los testamentos vitales “realmente no lo cubren todo, y la gente a menudo se encuentra en situaciones en las que toma decisiones que nunca pensó que tomaría”.
Es esencial que hables con antelación con la persona que elijas, para asegurarte de que se siente cómoda estando en esa posición. Y probablemente también valga la pena informar a aquellos a los que no has elegido. “La gente puede sentirse realmente herida si no comunicas” a quién has elegido y por qué, dijo Cassady. Lo último que quieres es un conflicto —o una gran pelea— durante una urgencia médica.
Aunque abordar el tema de la muerte puede dar miedo, quizá te sorprenda cómo te sientes después. “Cuando pensamos en nuestra propia mortalidad”, dijo Ferrara, “eso tiene una forma interesante de recordarnos reflexivamente que estamos vivos”.