La intervención le salvó la vida; la tumoración le comprimía estructuras vitales del tórax, como el corazón, vasos y pulmón. Un grupo multidisciplinario de médicos especialistas atendió y da seguimiento al caso.
“Estoy muy feliz”. Así sintetizó su sentir Alberto Orozco Cué, de 12 años de edad, a quien recientemente le extirparon con éxito un tumor de más de cinco kilos, ubicado en el tórax.
El procedimiento y la recuperación se llevaron a cabo en el Hospital General Regional (HGR) No. 1 “Morelos”, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Chihuahua.
La condición de salud del menor era grave al tener un diagnóstico de tumor germinal mediastinal, el cual le comprimía estructuras vitales como el corazón, grandes vasos y el pulmón, por lo que debía recibir la atención en una unidad hospitalaria de Tercer Nivel.
El pronóstico de vida no era alentador, pues Alberto tenía un alto riesgo de muerte súbita, por lo que un grupo multidisciplinario de médicos especialistas, que con apoyo de directivos del hospital, estudió a detalle el caso clínico y determinó operarlo en ese nosocomio, de Segundo Nivel de Atención, para tratar de salvarle la vida al menor.
Este equipo de especialistas lo conformaron dos cirujanos cardiotorácicos, un cirujano oncólogo, un cardiólogo pediatra, un oncólogo pediatra y una anestesióloga pediatra.
La operación fue compleja, sin precedentes en el HGR No. 1, con duración de poco más de siete horas. Se contó con el respaldo de múltiples áreas y personal del hospital, además de quirófano, como Banco de Sangre, Terapia Intensiva, Hospitalización de Pediatría, así como autoridades del nosocomio y de la Oficina de Representación Chihuahua del IMSS, quienes estuvieron al pendiente de todo el proceso.
La cirugía la encabezaron los dos cirujanos cardiotorácicos, el cirujano oncólogo y la anestesióloga pediatra; también participaron médicos residentes e internos en formación, así como personal de enfermería. El manejo postoperatorio se otorgó por varios especialistas pediatras, entre ellos una intensivista, un cardiólogo, una oncóloga y pediatras generales, además de personal de enfermería.
El doctor Juan Pablo Gutiérrez Rentería, cirujano cardiotorácico, quien estuvo a cargo del equipo que realizó la intervención, manifestó que “fue un reto, una experiencia única, no sólo para mí, sino para todo el equipo, que finalmente nos deja una gran satisfacción”.
Detalló que la intervención se hizo con el paciente sentado, ya que fue imposible realizarla en posición normal (acostado), puesto que el tumor colapsaría por completo el corazón y sus grandes vasos, lo que habría llevado a una consecuencia fatal.
Afirmó que cada paso fue preciso, desde la inducción a la anestesia, la colocación de catéter para monitoreo invasivo, la intubación para ventilación mecánica y finalmente la extirpación del tumor.
“Debido al estudio del caso, todos los que integramos el equipo estábamos conscientes de lo que enfrentábamos: un tumor gigante que en cualquier momento podría derivar en la muerte súbita del paciente, pero nos alentaba darle una posibilidad de vida al niño”, manifestó el especialista.
Resaltó también, que en todo momento se habló con claridad a los padres de la condición clínica del menor por la patología y los altos riesgos que conllevaba el procedimiento.
Mayra Cué Tirado, madre del niño, comentó: “para mí, la operación fue un verdadero milagro. Sabía que el tumor era grande, pero no inmenso. Ya estaba preparada para lo peor. Realmente no sé cómo Alberto estaba vivo, porque un pulmón y el corazón los tenía oprimidos; la sangre no le circulaba bien, las uñas y las manos las tenía moradas, le daban ataques de tos. La operación fue a tiempo, le salvó la vida”.
Indicó que fue en cuatro meses cuando el padecimiento se “potencializó”. El 10 de mayo, Día de las Madres, Alberto ya no jugó, se sintió mal y lo llevaron a un hospital particular de la ciudad de Chihuahua, en donde se quedó internado.
Ahí le indicaron que podría tratarse de una hernia; sin embargo, después de los análisis, se determinó que era un tumor y a los cinco días le realizaron las primeras quimioterapias.
Posteriormente lo trasladaron a otro hospital público de la ciudad, en donde continuaron con las quimioterapias. En ese tiempo la tumoración creció de manera exponencial. “Cuando lo detectaron pesaba un kilo y cuando se lo extirparon, ya pesaba más de cinco”, añadió la madre.
“Yo tenía fe. Me aferré a que lo trajeran al IMSS, en donde actuaron de inmediato. Para mí todos los médicos son unos ángeles y todo el personal hizo lo suyo”, comentó Mayra, entre lágrimas.
Para el padre del menor, la atención fue excelente y especial. “No tengo palabras para agradecer todo lo que hicieron por mi hijo”, resaltó.
Finalmente, el director y el coordinador de pediatría del Hospital “Morelos” del IMSS, los doctores Jesús Ramón Lozano y Amado Cordero Sosa, respectivamente, afirmaron contundentes que en el caso de Alberto los médicos están altamente calificados y sabían lo que tenían que hacer y lo hicieron.