domingo, septiembre 22, 2024

TDAH, A CUALQUIER EDAD

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Justo antes de abandonar la universidad, Katie Marsh empezó a preocuparse por la posibilidad de padecer un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).

“El aburrimiento era como una sensación de ardor en mi interior”, contó Marsh, quien ahora tiene 30 años y vive en Portland, Oregón. “Apenas iba a clase. Y cuando lo hacía, sentía que tenía mucha energía acumulada. Como si tuviera que moverme todo el tiempo”.

Así que pidió una evaluación de TDAH, pero los resultados, le sorprendió saber, no fueron concluyentes. Nunca volvió a la escuela. Solo cuatro años después, tras buscar ayuda de nuevo, fue diagnosticada por un especialista en trastorno por déficit de atención con hiperactividad. “Fue bastante frustrante”, dijo. El TDAH es uno de los trastornos psiquiátricos más frecuentes en adultos. Sin embargo, muchos profesionales de la salud tienen una formación desigual sobre cómo evaluarlo, y no existen directrices de práctica clínica en Estados Unidos para diagnosticar y tratar a los pacientes más allá de la infancia.

Sin normas claras, algunos profesionales, aunque bienintencionados, “se lo inventan sobre la marcha”, afirmó David Goodman, profesor adjunto de psiquiatría y ciencias del comportamiento de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.

Esta falta de claridad deja a los proveedores y a los pacientes adultos en un aprieto.

“Necesitamos desesperadamente algo que sirva de guía”, dijo Wendi Waits, psiquiatra de Talkiatry, una empresa de salud mental en línea. “Cuando todo el mundo practica de forma algo diferente, resulta difícil saber cuál es la mejor forma de abordarlo”.

¿Los síntomas pueden aparecer en la edad adulta?
El TDAH se define como un trastorno del neurodesarrollo que comienza en la infancia y se caracteriza normalmente por falta de atención, desorganización, hiperactividad e impulsividad. Los pacientes suelen clasificarse en tres tipos: hiperactivos e impulsivos, desatentos, o una combinación de ambos.

Los datos más recientes sugieren que alrededor del 11 por ciento de los niños de entre 5 y 17 años en Estados Unidos han sido diagnosticados de TDAH. Y se calcula que alrededor del 4 por ciento de los adultos padecen este trastorno. Pero hace tan solo dos décadas, la mayoría de los profesionales de la salud mental “no creían realmente en el TDAH en adultos”, dijo Goodman.

Ahora, en su mayor parte, ya no es así. Y durante la pandemia, las prescripciones de estimulantes, utilizados principalmente para tratar el trastorno de déficit de atención, “aumentaron bruscamente”, sobre todo entre los adultos jóvenes y las mujeres, según un estudio publicado en JAMA Psychiatry en enero.

Para diagnosticar este trastorno, los médicos se basan en el DSM-5, el manual oficial de trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría, que contiene un requisito un tanto arbitrario: para cumplir los criterios diagnósticos del TDAH, los síntomas significativos, como el olvido continuo y hablar fuera de turno, deben estar presentes en al menos dos situaciones antes de los 12 años.

Pero, a veces, los pacientes mayores no recuerdan los síntomas de la infancia o dicen que eran leves. A Judy Sandler, de 62 años, que vive en Lincolnville, Maine, no le diagnosticaron TDAH hasta la mitad de sus 50, tras jubilarse de su trabajo como profesora: fue la primera vez en su vida que sintió que no podía hacer nada. Quería escribir, pero cuando se sentaba a concentrarse, inmediatamente le entraban ganas de levantarse y hacer otra cosa: “Voy a lavar la ropa”, pensaba. “Y luego iré a pasear al perro”.

Los pacientes como Sandler se encuentran en una zona gris. Ella no recordaba haber tenido síntomas significativos en la escuela o en casa, más bien indicó que sus síntomas se volvieron más problemáticos más tarde en la vida. Sin embargo, su marido, que llevaba 33 años con ella, había notado los síntomas durante años: por ejemplo, era olvidadiza y le costaba calmarse.

Un buen diagnóstico
Para los adultos, un diagnóstico adecuado de TDAH normalmente requiere varios pasos: una entrevista con el paciente, un historial médico y de desarrollo, cuestionarios de síntomas y, si es posible, conversaciones con otras personas en la vida del paciente, como un cónyuge.

“No hay atajos”, dijo Lenard Adler, profesor de psiquiatría de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York. “Esto no es fácil”.

Aunque todo el mundo tiene algún problema para prestar atención o está inquieto de vez en cuando, añadió, lo que ayuda a los médicos a decidir si un diagnóstico de trastorno por déficit de atención e hiperactividad es adecuado es la intensidad y la importancia de los síntomas.

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