Un escape de amoníaco en un frigorífico en Lafayette al 1800, en el barrio de Barracas, afectó al menos a unas 300 personas, de las cuales 17 fueron derivadas a hospitales de la Ciudad de Buenos Aires y otras 45 fueron asistidas con oxígeno en el lugar por personal del SAME.
Tras producirse fuego en un compresor de la sala de máquinas, se evacuó a todo el personal del frigorífico y al menos seis manzanas lindantes al edificio. Como medida de precaución, también se evacuó a los comercios cercanos y se les pidió a los vecinos de edificios adyacentes a cerrar ventanas y puertas para evitar la inhalación de sustancias contaminantes.
El fuerte olor se percibía en las afueras del frigorífico donde se originó la fuga. El SAME brindó atención médica de triage a más de 40 personas, trasladando a 1217 de ellas a diferentes centros asistenciales en medio de esta emergencia. En el lugar también trabajaron bomberos y personal de la Comisaría Vecinal 4D de la Policía de la Ciudad.
“Cualquier concentración de amoníaco en el ambiente es peligrosa para la salud”, dijo a Infobae el doctor Francisco Dadic, médico especialista en Toxicología. El amoníaco se utiliza en los frigoríficos no sólo como elemento de limpieza, sino también como elemento para la refrigeración industrial.
El amoníaco es un gas incoloro con un olor característico. El olor es reconocido por mucha gente ya que es una sustancia se usa en muchos productos de limpieza domésticos e industriales, y en productos para limpiar vidrios. El amoníaco gaseoso puede disolverse en agua. Este tipo de amoníaco se llama amoníaco líquido o solución de amoníaco. Una vez que se expone al aire, el amoníaco líquido se transforma rápidamente en gas.
“El amoníaco es un gas, una sustancia que en forma de vapor, en caso de ser ingerido o en caso de ser inhalado, provoca un fenómeno irritante, cáustico, o sea, quema y lastima la mucosa de la parte respiratoria. Provoca fenómenos irritativos que van desde tos, falta de aire (disnea), hasta incluso llevar un edema agudo de pulmón, o sea, una formación de líquido en el pulmón con falla cardíaca y pulmonar, pudiendo llevar a la muerte, siempre dependiendo de la concentración”, detalló el doctor Dadic, quien es director de Toxicología Hoy.
El especialista agregó que cuando se hace referencia a dosis letales, se estima un parámetro de 5000 partes por millón: “Siempre que hablamos de gases hablamos de partes por millón, pero cualquier manera, cualquier concentración es mala para el organismo. Es una sustancia irritante y cáustica”.
Consultada por Infobae, la médica Flavia Vidal, jefa de Toxicología del Hospital Italiano de Buenos Aires y miembro de la subcomisión de toxicología clínica de la Asociación Toxicológica Argentina, también explicó a Infobae que los efectos de la exposición al amoníaco dependen de su concentración y del nivel de ventilación que tiene el lugar.
“En casos del amoníaco que se usa en el hogar, puede generar irritación de los ojos y la vía aérea y tos. En el caso del amoníaco de uso industrial, puede estar en altas concentraciones. Esto puede desencadenar una insuficiencia respiratoria, un edema de pulmón, y hasta la muerte”, afirmó la doctora Vidal.
El uso habitual del amoníaco en los frigoríficos es como refrigerante industrial, detalló a Infobae el doctor Dadic.
Los sistemas de refrigeración industrial que utilizan amoníaco funcionan en base a las propiedades termodinámicas de los fluidos para trasladar la energía térmica en forma de calor entre dos focos. El sistema básico de refrigeración consta de cuatro componentes principales: un compresor que aumenta la presión del fluido, un condensador que se encarga de la condensación del fluido una vez que sale del compresor, una válvula de expansión utilizada para reducir a presión, y un evaporador que es el encargado de quitar la energía térmica a la zona de frio.
El amoníaco puede utilizarse tanto para refrigeración industrial en una amplia gama de aplicaciones, ya que puede alcanzar temperaturas muy bajas, por debajo de los 40 grados bajo cero.
El subcomandante Cristian Bello de la Brigada de Emergencias Especiales de la Ciudad, detalló que “en la sala de máquinas, o sala de compresores, se escuchó un fuerte ruido, propio del trabajo del lugar, y ahí comenzaron a realizar la evacuación, por la fuga de amoníaco del sistema. Lo que hace el amoníaco es refrigerar las distintas cámaras que tiene en su interior el frigorífico”.
Respecto a lo ocurrido en el frigorífico, el doctor Dadic señaló que si además la fuga estuvo vinculada a un incendio o fuego en alguna zona de la fábrica, la situación se torna más compleja y peligrosa para la salud: “Se agrega el efecto del humo, que ya de por sí tiene partículas de hollín, que tiene monóxido de carbono, que puede tener otras sustancias como por ejemplo hidrocarburos o incluso e incluso ácido cianhídrico, o sea cianuro. Y además de eso tenemos el amoníaco, que es esta sustancia irritante cáustica para el pulmón, lo que provoca un fenómeno inflamatorio agudo que puede llevar -en caso de concentraciones elevadas o exposición durante mucho tiempo- a una falla pulmonar, o sea, una insuficiencia cardíaca y a una edema agudo de pulmón”.
“Cuando hay escapes de lugares con concentración alta de amoníaco, como un frigorífico, los vecinos pueden tener rinitis, estornudos, irritación. El tratamiento es dar oxígeno y derivar al hospital a las personas más comprometidas”, agregó la doctora Vidal.