El impacto de unos guantes de cuero sintético, el sudor salpicado a contraluz y la campana que marca la pauta entre rounds estuvieron ausentes por casi ocho años en la Arena Coliseo. Pero anoche, el cuadrilátero del histórico recinto revivió esos elementos con el retorno de una función de boxeo que coronó al sinaloense Carlos Cuadras con los puños en alto.
El Príncipe Cuadras (41-5-1, 27 KO’s) ganó su combate de preparación en peso gallo en el quinto round por nocaut técnico sobre Juan Carlos Mireles (8-2-5, 6 KO’s).
Una pelea más al anecdotario de este lugar, orgullo de la capital.
Ni los trabajadores del inmueble recuerdan la última vez que las gradas del Embudo vibraron al ritmo de los puños, de esa inigualable atmósfera del pugilismo, deporte que a la par de la lucha libre forjó su importancia sociocultural en nuestro país. Y la arena Coliseo, inaugurada en abril de 1943, es parte de esa historia.
Algunas cosas no cambian, como la bulliciosa calle de República de Perú o el constante ir y venir de los vendedores de alimentos, muchos de ellos sorprendidos por la vuelta del boxeo a una de sus catedrales de antaño.
Sin embargo, la Coliseo estuvo lejos de su mejor entrada: la planta baja lució abarrotada, pero el segundo anillo tuvo una baja ocupación. Pero en emociones se cumplió de inicio a fin.
Primero, con peleas amateur, una probadita del futuro que le espera al profesionalismo y que lucieron ante voces autorizadas en primera fila como el expúgil Rubén El Púas Olivares, al legendario entrenador Ignacio Beristáin, la peleadora Jaky Calvo y Mauricio Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).
