El medio estadounidense The Wall Street Journal (WSJ) reportó que el Gobierno de México organizó un «súper operativo» para enviar a 55 líderes criminales hacia Estados Unidos, con cambios de custodios, directivos de prisiones y hasta un búnker secreto.
Entre este masivo envío de capos, entre ellos Rafael Caro Quintero, las autoridades mexicanas hicieron un proceso con sigilo absoluto para efectuar las extradiciones.
Derek Maltz, exjefe interino de la Administración de Control de Drogas (DEA), declaró que «nunca en la historia de nuestra agencia hemos visto la remoción de este nivel de criminales desde México».
Alto funcionario declaró a WSJ que las autoridades mexicanas movilizaron a 2 mil efectivos de fuerzas especiales mexicanas para esta misión.
Los cambios para asegurar la operación incluyeron desde los custodios, empresas de alimentos, cámaras de vigilancia, hasta directivos de cárceles.
Relataron al medio neoyorkino que la Ciudad de México se convirtió en un búnker secreto con una pared de pantallas para controlar el progreso de la operación.
Los propios detenidos desconocían su destino hasta que Derek Maltz les dijo: “Welcome to America!” al primer grupo de extraditados.
Los prisioneros desembarcaron en ciudades como Chicago, Phoenix, San Antonio, Nueva York y Washington D.C.
Esta expulsión de los prisioneros, fue justificada en México bajo argumentos de «seguridad nacional», lo cual permite evadir salvaguardas procesales previstas en los tratados de extradición.
Las entregas de los criminales reclamados por EE.UU. se realizaron en dos fases: una en febrero y otra en agosto, justo cuando el presidente Donald Trump amenazaba con imponer aranceles hacia México.







