Conforme disminuyen las temperaturas, llega también la temporada de una de las frutas más esperadas cada año: las mandarinas. Este alimento, asociado al otoño y al invierno, no solo destaca por su aroma cuando se les tiene en las cocinas de nuestras casas y su delicioso sabor, sino por los beneficios para la salud que aporta, razón suficiente para que su consumo sea frecuente mientras dura la temporada.
De acuerdo con información de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, comer mandarinas durante la temporada de frío es un hábito saludable y muy recomendado. Su dulzura equilibrada, baja acidez y pulpa suave la vuelven una fruta adecuada para todas las edades, además de que es uno de esos aliados naturales para fortalecer el organismo cuando más lo necesita.
¿Qué beneficios tienen las mandarinas?
Entre los principales aportes nutricionales de las mandarinas está la vitamina C, que es fundamental para el sistema inmunológico, y ayuda al cuerpo a enfrentar resfriados y gripes, muy comunes en esta época del año. También contiene antioxidantes que protegen las células del daño oxidativo y contribuyen a reducir el riesgo de enfermedades crónicas. Su fibra dietética mejora la digestión y favorece la regulación de los niveles de glucosa en la sangre. En cuanto a minerales, aporta potasio, importante para la salud cardiovascular, y magnesio, imprescindible para el correcto funcionamiento nervioso y muscular.
Además de consumirse fresca, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural señala que la mandarina ofrece diversas formas de disfrute que permiten aprovechar al máximo sus propiedades. Puede comerse sola o en ensaladas de frutas, prepararse en jugos y batidos, o incorporarse en mermeladas y conservas que mantengan su sabor el resto del año. Una alternativa más es utilizar su cáscara para preparar un té aromático, ideal para relajarse en los días fríos.







