Caminar algunos miles de pasos al día puede ralentizar el deterioro cognitivo en los adultos mayores que tienen un riesgo más alto de desarrollar la enfermedad de Alzheimer, según una investigación publicada el lunes. Dar entre 3000 y 5000 pasos diarios resultó ser más favorable en comparación con hacer menos actividad física; el beneficio alcanzó su punto máximo alrededor de los 5000 a 7500 pasos.
La relación entre el ejercicio y la demencia está bien establecida, y muchos neurólogos afirman que la actividad física es una de las mejores formas de reducir las probabilidades de desarrollar la enfermedad. El nuevo estudio, publicado en la revista Nature Medicine, arroja luz sobre lo que podría ocurrir en el cerebro y sobre quién podría beneficiarse más de hacer ejercicio.
“Sabemos desde hace varias décadas que la actividad física está asociada a un menor riesgo de desarrollar demencia”, dijo Kirk Erickson, catedrático de neurociencia del Instituto de Investigación AdventHealth, quien no participó en la investigación. Lo que el nuevo estudio ha hecho, según dijo Erickson, fue identificar cómo el ejercicio podría estar influyendo en algunas de las proteínas implicadas en la enfermedad de Alzheimer, lo cual es “realmente muy importante y bastante único”.
El estudio realizó un seguimiento de casi 300 adultos mayores de entre 50 y 90 años durante un promedio de nueve años. Ninguno de los participantes presentaba deterioro cognitivo al inicio del estudio, pero alrededor del 30 por ciento tenía una acumulación considerable de la proteína beta amiloide en el cerebro.
Esta acumulación de amiloide, a menudo denominada placa, es una característica distintiva del alzhéimer. Pero investigaciones anteriores han demostrado que aproximadamente el 10 por ciento de las personas de 50 años, y el 44 por ciento de las de 90, tienen placas de amiloides sin signos de deterioro cognitivo.
“¿Qué diferencia a esas personas de las que sí desarrollan un deterioro cognitivo con el tiempo?”, dijo Jasmeer Chhatwal, neurólogo del Hospital General de Massachusetts, quien dirigió la investigación. Queremos encontrar “características de base que puedan predecirlo”.
Cuando los participantes se inscribieron en el estudio, recibieron un podómetro que llevaron durante una semana, para establecer su promedio de pasos diarios. Se sometieron a pruebas cognitivas anuales y a tomografías por emisión de positrones cada pocos años para buscar placas de amiloides y la acumulación de otra proteína relacionada con el alzhéimer, llamada tau.
Los investigadores creen que, en la enfermedad de Alzheimer, primero se acumulan los amiloides, lo que desencadena la formación de los llamados “ovillos” de tau en el interior de las neuronas y su propagación por el cerebro. Son principalmente esos ovillos, y no las placas de amiloides, los que provocan el mal funcionamiento de las células cerebrales, lo que da lugar al deterioro cognitivo.
El número de pasos que alguien daba al día no parecía afectar sus niveles de amiloide, pero sí se correlacionaba con la cantidad de ovillos de tau que desarrollaban y si experimentaban deterioro cognitivo. Entre los participantes con más amiloide en el cerebro, quienes realizaban poca o ninguna actividad física desarrollaron más ovillos y tenían peor cognición al cabo de nueve años. Caminar entre 3001 y 5000 pasos al día correspondía con una menor acumulación de tau y un deterioro cognitivo más lento. A las personas que daban más de 5000 pasos al día les iba aún mejor, pero dar más de 7500 pasos no les confería un beneficio adicional.
Las personas con cantidades mínimas de amiloide en el cerebro no observaron cambios ni en la proteína tau ni en la cognición relacionados con su número de pasos. Chhatwal dijo que esto podría deberse a que era poco probable que estas personas experimentaran una acumulación significativa de tau o un deterioro cognitivo, ya que, para empezar, no tenían niveles elevados de amiloide.
Erickson advirtió que estos resultados son observacionales, por lo que es posible que otro factor explique la conexión entre la actividad física, la cognición y la proteína tau.
Además, dado que los participantes solo utilizaron un podómetro durante una semana al principio del estudio, su número de pasos diarios podría haber aumentado o disminuido a lo largo de los años.
Judy Pa, profesora de neurociencias de la Universidad de California en San Diego, calificó la nueva investigación de “fascinante”. Pero señaló que el estudio incluía un número relativamente pequeño de participantes, la mayoría de los cuales eran blancos y tenían un buen nivel educativo. “¿Podemos reproducirlo con una cohorte multiétnica?”, dijo.
El número de pasos necesarios para observar un beneficio coincide con otras investigaciones sobre la actividad física en adultos mayores, dijo Amanda Paluch, profesora asociada de kinesiología de la Universidad de Massachusetts Amherst, quien no participó en el nuevo estudio. En una investigación dirigida por Paluch, los adultos mayores tenían un menor riesgo de morir por varias causas diferentes si daban unos 6000 pasos al día.
Una forma en que la actividad física puede proteger contra el deterioro cognitivo es mediante el aumento del flujo sanguíneo al cerebro. Eso mantiene las neuronas oxigenadas y nutridas para que puedan funcionar de manera óptima. Una mejor salud vascular también puede ayudar al cerebro a deshacerse de las proteínas tóxicas que empiezan a acumularse. El ejercicio también reduce la inflamación del cerebro, y la inflamación está estrechamente relacionada con el alzhéimer.
Prácticamente todas las personas que hacen ejercicio experimentan estos beneficios cerebrales en cierta medida. Pero la nueva investigación sugiere que quienes más pueden beneficiarse son las personas que corren mayor riesgo de deterioro cognitivo.
Las personas con placas de amiloides preexistentes pueden sufrir una aceleración de la progresión de la enfermedad si son sedentarias, dijo Chhatwal. “Pero la buena noticia es que incluso los niveles moderados de actividad” brinda protección.
