Se ha convertido en un tema de conversación popular entre algunos de los partidarios más destacados del presidente Donald Trump: Estados Unidos tiene un problema de infertilidad.
“¿Por qué hay tantas parejas infértiles?”, preguntó Robert F. Kennedy Jr., entonces nominado a secretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos, en septiembre en una publicación en la red social X. Casey Means, excirujano e influente en temas de salud que ha asesorado a Kennedy, ha calificado la infertilidad como una “crisis”.
Y el propio Trump ha dicho que encargaría a Kennedy investigar “el aumento durante décadas de los problemas crónicos de salud”, incluida la infertilidad, o incapacidad médica para concebir.
Al igual que las personas de muchas otras regiones desarrolladas de todo el mundo, los estadounidenses tienen ahora menos hijos que antes, una tendencia demográfica que ha alarmado especialmente a algunos conservadores. Es probable que parte de ello se deba a factores sociales y económicos, como los elevados costos del cuidado de los niños, los precios de la vivienda y el hecho de que cada vez más personas eligen no formar una familia.
Pero que la infertilidad sea cada vez más frecuente es una cuestión distinta y difícil de responder de forma concluyente. Aun así, investigadores y médicos dijeron que les preocupan algunas tendencias en temas de salud que se están desarrollando en Estados Unidos y que pueden afectar la fertilidad.
Cómo registran los científicos la fertilidad
Los investigadores utilizan unas cuantas métricas para examinar la fertilidad y la infertilidad, y cada una de ellas ofrece una imagen ligeramente distinta del panorama actual en Estados Unidos.
Tasa de fertilidad: los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades miden la tasa general de fertilidad como el número total de nacidos vivos en un año por cada 1000 mujeres de entre 15 y 44 años. En 2023, el último año de datos disponibles, la tasa de fertilidad en Estados Unidos era de unos 54 nacimientos por cada 1000 mujeres en edad reproductiva, lo que parece ser un mínimo histórico.
Otra forma en que los investigadores analizan la fertilidad es utilizando la tasa global de fertilidad, que calcula el número promedio de hijos que se espera que tenga una mujer durante sus años reproductivos. En 2023, la tasa total de fertilidad en Estados Unidos era de un poco más de 1,6 nacimientos por mujer, inferior a los aproximadamente dos nacimientos por mujer documentados en 2001.
Tasa de natalidad: los CDC calculan la tasa de natalidad dividiendo el número de nacidos vivos a lo largo de un año por la población total. En 2022, por ejemplo, hubo 11 nacimientos por cada 1000 personas. En 1995, esa cifra era de 14,8 por cada 1000 personas.
Al igual que las mediciones de la tasa de fertilidad, esta métrica demuestra que los estadounidenses tienen menos hijos.
Pero ninguna de estas estadísticas ayuda a diferenciar entre las personas que han decidido no tener hijos y las que quieren hacerlo, pero no pueden concebir.
“La intención de quedarse embarazada es extremadamente, extremadamente difícil de medir; es algo de lo que no hacemos un seguimiento a nivel de población”, dijo Jorge Chavarro, profesor de nutrición y epidemiología de la Escuela TH Chan de Salud Pública de Harvard, quien investiga la infertilidad.
Infertilidad: los CDC hacen un seguimiento de esta cuestión evaluando el número de mujeres casadas de entre 15 y 49 años que declaran haber mantenido relaciones sexuales sin protección durante al menos un año sin quedarse embarazadas. Esta medida excluye a quien ha sido esterilizada quirúrgicamente.
Las tasas de infertilidad han parecido relativamente estables en las últimas décadas, y los últimos datos de 2015 a 2019 muestran que 2,4 millones de mujeres casadas en edad reproductiva eran infértiles. Sin embargo, estos datos presentan una imagen incompleta. No todas las personas que intentan concebir están casadas, y no todas las que tienen problemas de fertilidad intentan tener un hijo en un año determinado.
Otro factor clave es la llamada fecundidad deteriorada, o dificultad para quedar embarazada o llevar el embarazo a término. Los CDC han descubierto que el porcentaje de mujeres de entre 15 y 49 años con problemas de fecundidad aumentó hasta el 13,4 por ciento entre 2015 y 2019, frente a aproximadamente un 10 por ciento de mujeres de entre 15 y 44 años con problemas de fecundidad en 1995.
Incluso con esta imagen incompleta de la fertilidad, algunos investigadores dicen que están vigilando algunas tendencias en temas de salud que podrían estar afectándola.
La gente tiene hijos más tarde
Cada vez más personas deciden tener hijos más tarde. En 2021, la edad promedio a la que las mujeres estadounidenses tuvieron su primer hijo fue de 27,3 años, lo que, según los CDC, supuso un récord. Y el número de mujeres estadounidenses mayores de 40 años que dan a luz ha aumentado constantemente en las últimas décadas.
Este cambio conlleva un mayor riesgo de problemas de fertilidad. La edad es el factor que más influye en la fertilidad, dijeron los médicos. Cuanto mayor es una pareja, mayor es la probabilidad de que tenga dificultades para concebir.
La fertilidad femenina empieza a disminuir gradualmente alrededor de los 32 años, según el Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos, y después cae de forma más significativa a partir de los 37 años.
La fertilidad masculina tiende a empezar a disminuir hacia los 35 años, a medida que los hombres producen menos espermatozoides y estos se vuelven menos viables.
Aumentan las tasas de obesidad
Las tasas de obesidad han aumentado de forma constante en Estados Unidos; según un estudio reciente, casi tres cuartas partes de los adultos del país tienen ahora sobrepeso o son obesos.
La obesidad puede afectar a la ovulación en las mujeres, dijo Mary Rosser, directora de Salud Integral de la Mujer del Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia. La obesidad también está estrechamente relacionada con el síndrome de ovario poliquístico, o SOP, que hace que las mujeres ovulen de forma irregular o, en algunos casos, no ovulen en absoluto. Las investigaciones sugieren que entre el 70 y el 80 por ciento de las mujeres con SOP padecen infertilidad, y las mujeres con este trastorno también tienen más probabilidades de sufrir un aborto natural.
El exceso de peso también se ha relacionado con una menor calidad del esperma en los hombres.
Han aumentado las enfermedades de transmisión sexual
Varias enfermedades de transmisión sexual, como la clamidia y la gonorrea, pueden afectar la fertilidad. Las ETS llevan décadas aumentando en Estados Unidos, aunque algunas se han estabilizado en los últimos años. Los CDC han señalado una serie de factores que impulsaron las tasas al alza durante años, como la reducción del uso del preservativo y el cierre de clínicas que realizan pruebas para detectar y tratar las infecciones.
La clamidia y la gonorrea, en particular, pueden provocar una enfermedad inflamatoria pélvica y dañar las trompas de Falopio si no son tratadas, dijo Rosser. Las ETS no suelen causar síntomas, lo que significa que con frecuencia no se tratan a tiempo para impedir que afecten la fertilidad.
Los productos químicos son motivo de preocupación
Numerosas investigaciones han descubierto una relación entre los problemas de salud reproductiva y la exposición a sustancias y productos químicos nocivos presentes en los productos de higiene personal, la contaminación atmosférica, los plásticos, los pesticidas e incluso los alimentos. Algunos de estos compuestos, como los ftalatos y el bisfenol A, o BPA, se conocen como disruptores endocrinos. Esto se debe a que pueden interferir en la función de nuestras hormonas, que son producidas por el sistema endocrino.
Los disruptores endocrinos se han relacionado con la infertilidad, tanto en mujeres como en hombres, dijo Tracey Woodruff, directora del Programa de Salud Reproductiva y Medio Ambiente de la Universidad de California en San Francisco. Incluso niveles muy bajos de exposición a los disruptores endocrinos pueden aumentar el riesgo de problemas de salud reproductiva, dijo. Pero los científicos no están seguros de cómo se traduce esto en la fertilidad de un individuo.
“No vas a poder eliminar un disruptor endocrino y que todo el mundo se quede embarazado”, dijo Vasiliki Moragianni, directora médica del Centro de Fertilidad Johns Hopkins.
Los investigadores también están intentando comprender si algunas personas pueden ser especialmente susceptibles a los disruptores endocrinos en determinados momentos de su vida, como durante la pubertad, dijo Genoa Warner, profesora adjunta del departamento de química y ciencias medioambientales del Instituto de Tecnología de Nueva Jersey.
Los expertos dijeron que se necesita más investigación, dado que la mayoría de las personas están expuestas a estas sustancias todos los días, y que son prácticamente imposibles de evitar.
