Muhammad Alí vivió cuatro momentos de altísima intensidad durante octubre, a lo largo de otros tantos años. Vale la pena recordarlos.
Un primero de octubre de 1975, se midió por tercera y última vez con Joe Frazier, en Manila, Filipinas. Tenía por entonces 33 años; Joe –con quien había perdido y ganado- era dos años menor.
Según cuenta el médico personal de Alí, el doctor Ferdie Pacheco, “Las actitudes fueron totalmente diferentes para esa pelea. Alí creyó que era una victoria fácil; Frazier se lo tomó como algo personal, ya que Muhammad había sido muy despectivo con él, llamándolo gorila”. Así que mientras Alí llevó una gran comitiva –incluyendo a la modelo Verónica Porsche, aunque él estaba casado con Belinda-, Frazier fue con un grupo muy reducido. Uno parecía estar tomando vacaciones. El otro –retador al campeonato de los pesados- solamente pensaba en ganar. “Tanto es así que ni siquiera Joe discutió la bolsa o la cantidad de pasajes aéreos”, anotó Pacheco.
En medio de un calor agobiante y espeso, Frazier empezó a crecer con los rounds, ante un rival que lo conectó salvajemente con sus tremendas derechas. Se sucedieron los asaltos en medio de un infierno. Finalmente cuando llegaron al descanso del décimo cuarto al último round, el drama estalló en las dos esquinas. Eddie Futch, viendo el agotamiento de Frazier, fue tajante: “Hasta aquí llegamos, Joe. Voy a parar esta pelea”.
A su vez, mientras Joe querìa seguir, el campeón ya no daba más. Quería irse. Angelo Dundee fue tajante: “Cuando suene la campana ponete de pie, es lo único que te pido”. Y así fue que Alí se paró. Joe no pudo levantarse de su asiento y mientras Futch abandonaba antes de que sonara la campana llamando al último asalto, Alí, de pie, ganó la pelea en un final cinematográfico. Fue una de las más extraordinarias batallas en la división de los pesos completos.
Un 2 de octubre pero de 1980, se vivió otro drama en un rincón, solamente que al revés. En una noche bautizada por Don King como “El ultimo hurra”, Larry Holmes, de 30 años, castigó severamente a un campeón que estaba ya lejos de su mejor momento.
A los 38, defendía su corona WBC, lograda en 1978 ante Leon Spinks. Aquella fue la tercera vez que Alí se consagro campeón mundial. Pero en el Caesars todo fue diferente. Agobiado por el sobrepeso y sus problemas para bajar kilos, Muhammad recibió una paliza hasta que, finalmente, cuando empezaba el décimo asalto, Angel Dundee tomó la decisión: “Yo soy el jefe de esta esquina y esta pelea no va más”.
Cuando se encontraron en los vestuarios, Larry Holmes, que había sido su sparring, le dijo: “Te quiero mucho, Muhammad”. Y él, con una sonrisa en donde se mezclaban la ironía y el dolor, respondió: “Y si me quieres… ¿Por qué me pegaste tanto?”.
Entre las fechas, no olvidamos la del 26 de octubre de 1970, cuando volvió al boxeo ante Jerry Quarry. Su última pelea había sido el 22 de marzo del 67, ante Zora Folley. Y luego de un largo peregrinaje, que incluyó la pérdida de su corona por no aceptar ir a la guerra de Vietnam, consiguió su licencia en Atlanta, Georgia.
Ante 51.000 espectadores se midió con Jerry Quarry. Fue una noche llena de sospechas porque para él, presentarse en el Sur podía ser un problema. De hecho, lo seguían llamando “Cassius Clay”, detalle que lo molestaba profundamente.
Alí ganó por abandono en el tercer asalto y, de esa forma, regresó al boxeo, en donde lo esperaba Joe Frazier. Aunque antes tuvo que ganarle a Ringo Bonavena en el Madison…
Y cierra el mes de octubre en un día 30, cuando en Kinshasa, en el Zaire, ex Congo Belga, en 1974, se consagró campeón mundial por segunda vez ante el favorito, George Foreman quien a los 25 años, parecía indestructible. Alí, a los 32, se ganó el cariño del público, a quien le enseñó a cantar “Alí, Buma Ye” (“Alí, mátalo”).
Foreman fue el agresor durante toda la pelea, mientras Alí, recostado en las sogas, amortiguaba los golpes, esperando a que el campeón se cansara. Ante la desesperación de Dundee –que le pedía que no se quedara en las sogas-, Alí solamente dijo “Yo sé lo que estoy haciendo. Cuando se canse, lo noqueo”. Dundee le replicó: “Hacelo de una vez por todas porque si no, te va a matar”. Y en el octavo, con un Foreman extenuado, Alí concretó su obra, con tres directos de derecha que dieron en el mentón de su rival. Cayó dando una voltereta y el árbitro, Zach Clayton, le dio el nocaut, casi en el mismo momento en que se terminaba el octavo asalto.
Fue una obra maestra de Alí, a quien recordamos en este octubre que ya se va, cuando a los 32, con ese nocaut ante Foreman, demostró por qué era y es El Más Grande.
Fuente: ESPN