sábado, agosto 23, 2025

TRUMP DESPIDE A LOS EXPERTOS DE INTELIGENCIA EN UN MOMENTO CRUCIAL

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Durante décadas, los presidentes estadounidenses han confiado en la experiencia de los profesionales de la política exterior para que los guiaran en las negociaciones difíciles de los conflictos de alto riesgo en todo el mundo.

El presidente Donald Trump ha adoptado un enfoque diferente hacia esos expertos: los ha despedido.

Ahora, mientras Trump intenta llevar a cabo la que quizá sea la negociación más complicada de su presidencia —ponerle fin a la invasión rusa en Ucrania—, lo hace luego de haber eliminado gran parte de la infraestructura diseñada para informarle sobre el presidente Vladimir Putin de Rusia y para evitar que Estados Unidos sea superado o incluso engañado.

“Actúan a ciegas sin capacidad profesional”, dijo Evelyn Farkas, directora ejecutiva del Instituto McCain de la Universidad Estatal de Arizona. Añadió que quienes fueron despedidos “han visto toda la información relativa a las intenciones de Vladimir Putin. Tienen espías sobre el terreno. Conocen todo tipo de información obtenida por medios técnicos”.

Trump ha desmantelado el Consejo de Seguridad Nacional (NSC, por su sigla en inglés), el conjunto de analistas de política exterior que han ayudado a orientar la política exterior estadounidense durante décadas, al reducir la plantilla a más de la mitad. Ha purgado a expertos de las agencias de inteligencia por sus conexiones tangenciales con una investigación de casi una década sobre la injerencia rusa en las elecciones de 2016.

Trump ha dejado claro que cree que su conexión personal con Putin puede ayudarle a conseguir un acuerdo de paz sobre Ucrania, en lugar de rodearse de una camarilla de expertos a los que considera parte de un “Estado profundo” que pretende frustrar sus planes.

“Creo que él quiere llegar a un acuerdo por mí, por muy loco que parezca”, le dijo Trump al presidente francés Emmanuel Macron el lunes, en un momento captado por un micrófono abierto.

Mientras Rusia continúa golpeando Ucrania con misiles y drones, Trump ha optado por confiar sobre todo en sí mismo y en un puñado de aliados cercanos, incluidos amigos del mundo empresarial. Sus acciones forman parte de una forma de actuar más amplia en la que Trump ha remodelado el gobierno para que cumpla sus deseos, no para que debata sobre políticas ni le ofrezca asesoramiento independiente.

Y aunque Trump ha calificado su reciente oleada de diplomacia de extremadamente productiva, ni el alto al fuego ni un acuerdo de paz parecen estar más cerca, al menos públicamente.

Un funcionario de la Casa Blanca argumentó que Trump producía resultados mediante negociaciones directas de líder a líder, en lugar de adoptar el enfoque de anteriores presidentes que se apoyaban en cientos de investigadores y asesores. El funcionario, que no estaba autorizado a hablar públicamente y habló bajo condición de anonimato, dijo que Steve Witkoff, el inversor inmobiliario a quien Trump nombró enviado especial, había pasado horas hablando con Putin.

Trump ha mantenido una profunda desconfianza hacia el Consejo de Seguridad Nacional desde los primeros días de su primer mandato, en 2017, porque creía que sus miembros lo estaban socavando.

Robert O’Brien, quien dirigió el Consejo como asesor de seguridad nacional durante el primer mandato de Trump, recomendó que el gobierno de Trump desmantelara el NSC y argumentó que su misión debía renovarse para cumplir mejor los objetivos políticos del presidente.

“Cuando en Trump 1.0 redujimos a la mitad el personal político del NSC, que se había hinchado innecesariamente con Obama, el NSC se hizo más eficiente, dejó de tener filtraciones y logró grandes victorias políticas para el presidente Trump”, dijo O’Brien.

Los esfuerzos de “redimensionamiento” en el segundo mandato “han dado resultados similares”, dijo, al citar las cumbres de Trump en Alaska y Washington.

La purga de expertos se intensificó esta semana, cuando Tulsi Gabbard, directora de Inteligencia Nacional, anunció que despojaba a 37 funcionarios actuales y anteriores de sus autorizaciones de seguridad. Al menos tres de los funcionarios actuales habían trabajado en cuestiones relacionadas con la influencia rusa, aunque ninguno era directamente responsable de las conclusiones que Gabbard ha tachado de erróneas.

Después de que Gabbard revocara las autorizaciones de seguridad, anunció que prácticamente cerraría el Centro de Influencia Maligna Extranjera, creado por el Congreso para coordinar los esfuerzos de las agencias de inteligencia para vigilar la intromisión de Rusia y otros países.

Durante las últimas elecciones, el centro celebró sesiones informativas para los medios de comunicación y los funcionarios del Estado sobre diversas amenazas extranjeras a la votación. Pero muchos republicanos se ofendieron ante las sugerencias de que sus partidarios amplificaban la propaganda rusa, y el gobierno de Trump ha procedido a desmantelar la mayoría de los esfuerzos para vigilar y advertir sobre las operaciones de influencia extranjera.

El representante Jim Himes por Connecticut, el demócrata de mayor rango en el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, dijo que se obligaba a los profesionales expertos en inteligencia a marcharse y que a los que se quedaron “se les envió un mensaje claro” sobre lo que debían decir.

“Vladimir Putin se burla con satisfacción mientras Donald Trump, ayudado e instigado por su directora de inteligencia nacional, destripa a la comunidad de inteligencia en pos de sus venganzas políticas”, dijo. Añadió que se desmantelaba sistemáticamente la capacidad de la comunidad de inteligencia para realizar “recopilaciones y análisis objetivos”, un proceso que, dijo, “inevitablemente hará que nuestro país sea menos seguro y menos libre”.

Unos funcionarios de alto rango del gobierno de Trump, que hablaron bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a hablar públicamente, rebatieron la afirmación de que se perdían importantes conocimientos sobre Rusia. Sugirieron que la atención prestada a Moscú por encima de otros retos de política exterior era errónea. La purga de funcionarios se centró en personas implicadas en un trabajo analítico que Gabbard considera deficiente, dijeron los funcionarios.

Joel Willett, exagente de la CIA y miembro del Consejo de Seguridad Nacional, fue una de las 37 personas que perdieron su acreditación de seguridad esta semana. Eso significa que ya no podrá trabajar en contratos gubernamentales clasificados.

En una publicación en las redes sociales, Laura Loomer, la teórica de la conspiración de derecha, dijo que había señalado a Willett por firmar una carta en la que pedía la destitución de Trump en 2019 y señaló que Willett consideraba presentarse a la candidatura demócrata para el escaño del Senado por Kentucky que dejará vacante el senador Mitch McConnell, exlíder republicano.

Willett dijo que la publicación de Loomer en las redes sociales contenía falsedades. Pero dijo que la cuestión más importante era que la purga de expertos en Rusia y otros asuntos de seguridad nacional dificultaría el asesoramiento del gobierno estadounidense al presidente.

Willett formó parte del Consejo de Seguridad Nacional durante el gobierno de Obama, y ha contemplado con consternación cómo Marco Rubio, asesor de seguridad nacional y Secretario de Estado en funciones, ha reducido el tamaño de la organización.

“Vivimos en una época de interconexión y de amenazas globales en rápida evolución”, dijo Willett. “Yo, por mi parte, aprecio saber que mi gobierno cuenta con expertos profundos, muy comprometidos, y que el presidente tiene acceso a esos expertos para que le ayuden a recomendar políticas. Pero creo que lo que hemos visto es un gobierno que realmente no valora la experiencia porque el presidente cree que él tiene mejor juicio que nadie”.

El senador Mark Warner, demócrata de Virginia quien es vicepresidente del Comité de Inteligencia del Senado, expresó su preocupación por que el gobierno perdiera precisamente a los expertos que necesitaba en un momento precario.

“Rusia aún es uno de nuestros adversarios más peligrosos: interfiere en las elecciones, desata implacables ciberataques y lleva a cabo una guerra brutal en Ucrania”, dijo Warner. “En el preciso momento en que necesitamos a nuestros mejores expertos en primera línea, este gobierno los está purgando por motivos políticos, al despojarlos de sus autorizaciones y hacer que los estadounidenses estén menos seguros”.

En la CIA, un analista de alto rango sobre Rusia, cuyo nombre era clasificado, estaba en la lista que publicó Gabbard.

En el Consejo Nacional de Inteligencia, órgano que coordina los análisis de inteligencia en la oficina de Gabbard, el presidente en funciones y su adjunto fueron destituidos de sus cargos a principios de año, tras una disputa sobre la evaluación de la comunidad de inteligencia de los vínculos entre un cártel de la droga y el gobierno venezolano.

Esta semana, a pesar de las objeciones de funcionarios de alto rango, Gabbard ordenó el despido del científico principal de datos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA por su sigla en inglés), Vinh Nguyen.

Antiguos funcionarios dijeron que el despido de Nguyen tendría profundas implicaciones para la capacidad de la NSA de seguir el ritmo de los avances tecnológicos de China en encriptación, computación cuántica e inteligencia artificial.

Pero Nguyen fue despedido simplemente por ocupar un alto cargo de inteligencia en el seguimiento de ciberoperaciones en 2016, cuando se redactó la evaluación de las operaciones de influencia de Rusia en las elecciones presidenciales. Nguyen tuvo poca participación directa en la evaluación, dijeron exfuncionarios.

Marc Polymeropoulos, exfuncionario de la CIA que dirigió en su día las operaciones clandestinas de la agencia en Europa y Rusia, afirma que, más allá del éxodo de personas, las acciones del gobierno acarrean otros problemas.

“Lo que me preocupa es el enfriamiento de la objetividad analítica”, dijo Polymeropoulos.

Polymeropoulos dijo que Trump no quería oír los informes de inteligencia sobre los malos actos de Rusia y que Loomer aprovechaba cualquier excusa para intentar que los funcionarios de seguridad nacional que trabajaron en asuntos sobre Rusia fueran expulsados ​​del gobierno.

“Toda la idea de que la comunidad de inteligencia le diga la verdad al poder se pierde cuando se politiza tan intensamente”, dijo. “Todo esto va a tener repercusiones reales”.

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