lunes, octubre 20, 2025

RODRIGO PAZ PONE FIN A 20 AÑOS DE GOBIERNO DE IZQUIERDA EN BOLIVIA

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Rodrigo Paz, candidato de centroderecha e hijo de un expresidente, ganó las elecciones presidenciales de Bolivia el domingo, impulsado por la frustración de los votantes ante la tambaleante economía del país, las turbulencias políticas y el mal funcionamiento de las instituciones.

Paz, de 58 años, derrotó a Jorge Tuto Quiroga, de 65 años, expresidente conservador, en una segunda vuelta que puso fin a dos décadas de gobiernos de izquierda.

Paz había surgido como sorpresivo favorito en la primera vuelta, celebrada en agosto, al remontar desde el último puesto de un grupo de ocho candidatos hasta obtener el 32 por ciento de los votos.

El domingo obtuvo el 54 por ciento de los votos, frente al 45 por ciento de Quiroga, con más del 97 por ciento de los votos escrutados, según los resultados preliminares.

La campaña estuvo dominada por las preocupaciones económicas, ya que el aumento de los precios, la escasez de combustible y las dificultades para acceder a bienes importados y a dólares estadounidenses alimentaron un descontento generalizado.

Muchos bolivianos se han desilusionado con el Movimiento al Socialismo (MAS), que gobierna desde hace mucho tiempo. El partido ha dominado la política del país durante casi dos décadas, en gran parte bajo el liderazgo del ex líder sindical Evo Morales. Elegido en 2005 como primer presidente indígena de Bolivia, Morales pasó 14 años en el cargo, dando forma al panorama político del país.

Las del domingo fueron las primeras elecciones presidenciales desde 2002 en las que no participa Morales ni un sucesor elegido por él en la papeleta.

Durante sus tres mandatos, Morales redujo la pobreza e invirtió mucho en infraestructuras, educación y salud. Pero su impugnada candidatura en 2019 para un cuarto mandato desencadenó protestas masivas, disturbios mortales y acusaciones de fraude que lo llevaron al exilio.

Su sucesor y aliado, Luis Arce, rompió más tarde con él en una amarga disputa que fracturó al partido. Arce, que es profundamente impopular, optó por no presentarse a la reelección. Morales, inhabilitado por los tribunales para volver a ser candidato, se negó a respaldar a algún aspirante e instó a sus partidarios a emitir votos nulos, lo que, según los expertos, perjudicó a la izquierda en la primera vuelta.

Los analistas dijeron que Paz atrajo el apoyo de los votantes de izquierda decepcionados con el MAS, pero reticentes a abrazar a la derecha.

Su oponente, Quiroga, prometió profundas reformas económicas para reducir la presencia del Estado en la economía.

Paz ofreció un camino más cauto, con la promesa de preservar los programas sociales, frenar la corrupción y gestionar los recursos de Bolivia de forma más eficiente, evitando al mismo tiempo la dependencia de prestamistas internacionales como el Fondo Monetario Internacional.

“Paz resonó realmente entre los sectores que quizá eran reacios a las propuestas más drásticas de Tuto”, dijo Gustavo Flores-Macías, profesor de política latinoamericana en la Universidad de Maryland. “El llamamiento tiene más que ver con la lucha contra la corrupción”.

La plataforma de Paz también hacía hincapié en trasladar el poder y los recursos del gobierno central a las autoridades locales y se comprometía a ampliar el acceso al crédito, flexibilizar las barreras a la importación y modificar el poder judicial.

A pesar del declive del MAS, su atención a las comunidades marginadas y su resistencia a la privatización y a la influencia estadounidense siguen encontrando eco entre muchos votantes.

Aunque Paz expresó su apertura hacia Estados Unidos —incluso se reunió con funcionarios estadounidenses y representantes de instituciones financieras durante una reciente visita al país—, los vínculos con Washington no fueron tan centrales en su campaña como en la de Quiroga, quien hizo hincapié en atraer inversiones extranjeras.

Antes de las elecciones, el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, expresó su optimismo por el hecho de que ambos candidatos desearan “unas relaciones fuertes y mejoradas con Estados Unidos” tras décadas “de gobierno antiamericano y hostil”.

Hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, Paz lleva dos décadas en política y es senador desde 2020, aunque hasta ahora no había tenido un perfil nacional importante.

Su campaña cobró impulso gracias a su compañero de fórmula, Edmand Lara, un ex capitán de policía convertido en denunciante, cuya imagen de outsider y su habilidad para las redes sociales atrajeron una amplia atención. Muchos votantes dijeron que Lara les parecía más atractivo que Paz.

María Condori Nina, una comerciante indígena de 55 años que vende artículos en una pequeña tienda de un barrio obrero de las afueras de la capital, La Paz, dijo el domingo que iba a votar por la candidatura de Paz solo por Lara.

“Él viene desde abajo”, dijo. “Es uno más de nosotros”. Dijo que Paz “no conoce la pobreza, no conoce cómo vivimos nosotros”.

Si Paz acaba teniendo que renunciar, dijo Condori, el capitán Lara le sucederá.

“Ése es nuestro objetivo”, dijo. “Mejor hubiera sido si podía ser el primer candidato del presidente”.

Pero mientras que Paz es considerado un centrista y pragmático, Lara ha generado controversia con su tono combativo, sus críticas a los medios de comunicación y sus insinuaciones de que trataría de influir en la agenda de Paz.

Aun así, Lara adoptó un tono conciliador en su discurso de aceptación del domingo.

“Hoy, el pueblo nos da la oportunidad de gobernar Bolivia, pero para todos. Llamo a la unidad, a la reconciliación de los bolivianos”, dijo. “Es hora de hermanarnos; es tiempo de reconciliarnos”.

Otra votante, Zuleyka Pinto, química farmacéutica de 33 años, dijo que la fuerza de la candidatura residía en el equilibrio de los candidatos: Paz aporta experiencia y conocimientos políticos, mientras que Lara canaliza la indignación y la determinación de los bolivianos frustrados por años de liderazgo deficiente.

Dijo que apoya a Paz por su integridad y su historial de servicio público y señaló su larga carrera política —como concejal, alcalde y senador— como prueba de su disposición a liderar.

“Sus discursos son que quiere la patria y que la patria nunca se abandona”, dijo. “Eso es lo que debe tener un político en cualquier país: el patriotismo”.

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