martes, enero 28, 2025

REPLANTEAN ENFOQUE PARA TRATAR OBESIDAD

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Además del peso y altura, las básculas electrónicas que suele haber en supermercados y centros comerciales también arrojan a quienes las usan su Índice de Masa Corporal (IMC), que sirve para estimar si tienen sobrepeso o algún grado de obesidad.

Se trata de un cálculo simple que desde hace tiempo los médicos utilizan como parámetro para realizar tal diagnóstico, al grado que la Cartilla Nacional de Salud de los derechohabientes del IMSS contiene una tabla al respecto, según la cual se considera que una persona tiene obesidad si su IMC es 30 o superior.

Sin embargo, basarse únicamente en ello para determinar la condición de un paciente resulta poco fiable y hasta problemático.
«Hay gente que puede tener exceso de peso y exceso de IMC por músculo y no por grasa», explica en entrevista telefónica el doctor Ricardo Luna, presidente fundador y miembro honorario de la Sociedad Mexicana de Obesidad.
«No todos los pacientes que tienen un IMC elevado tienen enfermedad», remarca el especialista egresado de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). «Esto hace que pueda haber malos enfoques de tratamiento, y también sobrediagnosticar a algunos pacientes, e infradiagnosticar a otros».

Es por ello que la Comisión sobre Obesidad Clínica, un proyecto global con participación de 56 expertos de distintas especialidades médicas, ha propuesto un replanteamiento para que el diagnóstico de la obesidad se realice con mayor precisión y tomando en cuenta otros criterios más que sólo el IMC.
Es decir, en lugar de fijarse nada más en el IMC, que no es una medida directa de la grasa corporal, no refleja su distribución en el cuerpo y no proporciona información sobre la salud o enfermedad de los individuos, la Comisión recomienda, entre otras cosas, medir la circunferencia de la cintura, y confirmar el exceso de grasa corporal a partir de un escaneo de densitometría ósea.

«También utilizar algunas básculas que contienen medida de bioimpedancia eléctrica, que te arroja el porcentaje de grasa que tiene el paciente», abona Luna, único mexicano que colabora en dicha Comisión global.
«Si como profesionales de la salud vemos que ya se están presentando, por el exceso de grasa, alteraciones en la glucosa, en los triglicéridos, o alteraciones para realizar actividades de la vida diaria, es entonces donde el clínico ya pudiera diagnosticar obesidad, y no quedarnos solamente en el IMC», continúa el experto.
A partir de esta evaluación individualizada, los pacientes pueden ser diagnosticados con dos nuevas categorías propuestas por la Comisión: obesidad clínica, cuando se detectan signos y síntomas de una reducida función de los órganos, o menor capacidad para realizar actividades cotidianas, como bañarse y vestirse; y obesidad preclínica, una condición de obesidad con función orgánica normal.
El propósito de este cambio de paradigma es, por un lado, resolver los debates y la falta de acuerdo acerca de si la obesidad es una enfermedad o sólo un factor de riesgo, lo cual ha derivado en que no todas las personas reciban la atención médica necesaria de forma oportuna.
Y también busca que la obesidad no sea un asunto centrado únicamente en el peso, lo cual ha orillado a algunos a intentar reducir tallas sin importar cuán riesgosos sean los métodos. Además de que aún persisten varios estigmas.
«Es muy lamentable que a toda persona que vive con un IMC elevado, pues se le diga que tiene obesidad; o a aquellas personas que tienen un IMC normal no se les diagnostique obesidad ni se les ofrezca tratamiento por el simple hecho de que el IMC sea inferior a 302, lamenta Luna.
«Lo que deberíamos de estar buscando es mejorar la salud de los pacientes, independientemente del peso», agrega el médico.
Al referir el elevado costo que implica para los servicios de salud atender las consecuencias de vivir con obesidad, Luna subraya la importancia de que los tomadores de decisión conozcan este nuevo paradigma ahora propuesto, y lo instrumenten desde las políticas públicas.
«Tendríamos que hacer un mayor grado de conciencia y de reconocer a la obesidad como lo que es: una enfermedad que está causando grandes estragos en la población y en la economía de la nación», afirma Luna.
Los 18 criterios que la Comisión propone para el diagnóstico de obesidad clínica en adultos, y los 13 criterios específicos para niños y adolescentes, se pueden consultar en el trabajo publicado hace unos días en la revista The Lancet Diabetes & Endocrinology, con el respaldo de 75 organizaciones médicas.
Ojo a las señales

Para un diagnóstico mucho más preciso de la obesidad, el grupo internacional de expertos sugiere a los médicos poner atención a aspectos como:

  • Dificultad para respirar.
  • Falla cardíaca.
  • Dolor en las rodillas o caderas, con rigidez articular y reducción del rango de movimiento.
  • Alteraciones en los huesos y las articulaciones que limitan el movimiento en niños y adolescentes.
  • Signos y síntomas causados por la disfunción de riñones, vías respiratorias superiores, sistema nervioso, sistema urinario y sistema linfático en las extremidades inferiores.
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