La posible entrada de Equipos Tierra, Mar y Aire de la Marina de Guerra de los Estados Unidos, conocidas en inglés comúnmente como Navy SEAL’s, a territorio mexicano, revivió el debate sobre la cooperación bilateral en materia de seguridad entre México y Estados Unidos.
La medida no implica operaciones armadas ni acciones contra el crimen organizado, pero sí marca un nuevo episodio en la relación militar entre ambos países.
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo solicitó permiso formalmente al Senado de la República para el ingreso temporal de 19 elementos de los Navy SEALs y diez integrantes del Séptimo Grupo de Fuerzas Especiales de la Marina estadounidense.
De acuerdo con el oficio remitido a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, los elementos estadounidenses ingresarían a México el 12 de enero de 2026 a bordo de una aeronave Hércules C-130 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y con un aterrizaje programado en el Aeropuerto Internacional de Toluca.
El documento precisa que la presencia de los Navy SEALs no tiene fines operativos, ni contempla acciones directas de combate o persecución del crimen organizado.
Entre los objetivos del programa destacan:
Mejorar la capacidad operativa de las unidades especiales de la Marina mexicana
Reforzar habilidades tácticas individuales y colectivas
Fortalecer la cooperación militar bilateral
Intercambiar experiencias en operaciones especiales






