A lo largo de la última década, aproximadamente, la investigación ha revelado un patrón claro: la gente tiende a comer en exceso los alimentos ultraprocesados. Esta podría ser una de las razones por las que están relacionados con el aumento de peso y la obesidad.
Lo que no está claro es por qué somos tan propensos a comerlos en exceso.
Robert Califf, excomisionado de la Administración de Alimentos y Medicamentos, ofreció una hipótesis en una comparecencia ante el Senado en diciembre: “Estos alimentos son probablemente adictivos”, dijo, y añadió que pueden actuar sobre las mismas vías cerebrales implicadas en la adicción a los opiáceos y otras drogas.
Hace tan solo ocho años, este concepto era muy controvertido, dijo Ashley Gearhardt, investigadora de adicciones de la Universidad de Míchigan. Describió cómo la abuchearon en el escenario de una conferencia científica en 2017 por sugerir que algunos alimentos ultraprocesados podrían actuar como sustancias adictivas. Ahora, dijo, más investigadores han empezado a aceptar la idea.
Pero sigue habiendo una pregunta importante: ¿cómo se demuestra?
Un estudio publicado el martes, el mayor de su clase, abordó a fondo este enigma. Pero sus resultados plantean más preguntas que respuestas. Esto es lo que sabemos —y lo que no sabemos— hasta ahora.
¿Puede la comida darte un subidón de dopamina similar al de la droga?
Una forma en que los investigadores estudian la adicción es observando los niveles cerebrales del neurotransmisor dopamina, una señal natural que te ayuda a aprender a buscar lo que necesitas para sobrevivir. Cuando comes, tu cerebro libera esta sustancia química, dijo Dana Small, neurocientífica cognitiva de la Universidad McGill de Montreal. Si se trata de un alimento que conoces y te gusta, dijo, solo pensar en él o verlo puede desencadenar un aumento de dopamina, recordándote que es una buena fuente de combustible y empujándote a comer más.
Las drogas adictivas desvían este sistema de supervivencia desencadenando un mayor aumento de dopamina e impulsando a la gente a consumirlas una y otra vez, dijo Small.
Los investigadores se han preguntado si los alimentos ultraprocesados —especialmente los ricos en grasa y azúcar— provocan una respuesta dopaminérgica igualmente exagerada, lo que sugiere que podrían ser adictivos del mismo modo que las drogas. Investigaciones anteriores en roedores y humanos han respaldado esta idea, pero los experimentos en humanos han sido de muy pequeña escala.
En el nuevo estudio, científicos de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por su sigla en inglés) midieron cómo respondían los cerebros de las personas al beber un batido ultraprocesado rico en grasas.
Descubrieron que, aunque más de la mitad de los participantes experimentaron un pequeño aumento de dopamina tras beber el batido, el resto experimentó una disminución o no experimentó cambio alguno. En promedio, concluyeron los investigadores, no había diferencias estadísticas en los niveles cerebrales de dopamina antes y después de beber el batido.
Los autores escribieron que este resultado va en contra de la idea de que los alimentos ultraprocesados impulsan a comer en exceso al provocar subidas de dopamina en el cerebro similares a las de las drogas adictivas.
Pero hay una advertencia importante: el estudio midió los niveles cerebrales de dopamina con escáneres PET, que se utilizan habitualmente en la investigación de la adicción a las drogas. Estos escáneres no pueden medir muy bien los pequeños cambios en la dopamina; es probable que los batidos provocaran respuestas dopaminérgicas en más participantes y que los escáneres no pudieran detectarlas, escribieron en una declaración al Times Kevin Hall y Valerie Darcey, los autores principales del estudio, quienes son científicos especializados en nutrición y metabolismo de los NIH.
Unas pocas drogas, como la cocaína y las anfetaminas, desencadenan aumentos drásticos de dopamina que resultan evidentes en los escáneres PET, pero en el caso de otras, como la nicotina o los opiáceos, las respuestas dopaminérgicas son menores y no siempre detectables, dijo Alexandra DiFeliceantonio, neurocientífica del Virginia Tech quien no participó en el estudio.
Los ‘respondedores’ dopaminérgicos podrían encontrar especialmente placenteros los alimentos ultraprocesados
Small estaba más interesada en los participantes del nuevo estudio que sí experimentaron pequeños aumentos de dopamina tras tomar los batidos. Estos “respondedores”, como los llamaron los autores del estudio, calificaron los batidos de más placenteros y dijeron que querían más en comparación con los demás participantes.
Varios días después de los escáneres cerebrales, los investigadores descubrieron que los “respondedores” comieron casi el doble de galletas Chips Ahoy! en un almuerzo bufé que los demás participantes.
Esto concuerda con investigaciones anteriores sobre la nicotina y los opiáceos, dijo Gearhardt. Las personas que experimentan aumentos medibles de dopamina tras consumir las drogas tienden a encontrarlas más placenteras y a desearlas más que quienes no las consumen.
Los investigadores externos elogiaron el nuevo estudio por su tamaño y rigor. Pero ellos y los autores principales dijeron que, aunque el resultado principal parece sugerir que los alimentos ultraprocesados pueden no ser adictivos, no es el final de la historia sobre esta cuestión. “Simplemente es más complicado de lo que pensábamos en un principio”, escribieron los autores del estudio.
Hay controversia en torno a la palabra ‘adictivo’
Las cuestiones que rodean a la adicción a la comida son “un campo de minas muy grande”, dijo Small.
En cierto modo, dijo, la comida tiene que ser adictiva. El hecho de que nos atraigan los alimentos ricos en calorías, azúcares y grasas ha garantizado nuestra supervivencia como especie. “No hay nada malo en ello”, dijo.
El problema, añadió Small, es que este mecanismo de supervivencia puede no servirnos bien en un entorno lleno de alimentos ultraprocesados sabrosos, muy comercializados y convenientes. Duda a la hora de etiquetar esta categoría como adictiva, ya que es probable que haya muchas otras razones complejas por las que somos propensos a comerlos en exceso, entre ellas que a menudo están repletos de calorías y pueden comerse más rápidamente que los alimentos mínimamente procesados.
DiFeliceantonio, por otra parte, afirma sin reparos que algunos alimentos ultraprocesados pueden ser adictivos, citando la forma en que estimulan el sistema de “recompensa” del cerebro de forma amplificada, similar a las drogas adictivas. Están diseñados para ello, dijo, con sabores seductores y a menudo altos niveles de grasa y azúcar que se absorben rápidamente en el intestino.
DiFeliceantonio añadió que, aunque las mediciones cerebrales como los escáneres PET utilizados en el nuevo estudio son una forma de comprender la adicción, no pueden demostrar definitivamente si una sustancia es adictiva.
En el pasado, cuando los científicos determinaban que sustancias como la nicotina y los opiáceos eran adictivas, observaban cómo afectaban al comportamiento de las personas, dijo Gearhardt.
“No fue un estudio mágico del cerebro lo que convenció a la gente” de que los cigarros eran adictivos, dijo. Fue que la gente no podía dejar de fumar incluso después de saber que perjudicaba su salud. “Ese fue el clavo en el ataúd”, dijo Gearhardt.
Gearhardt y sus colegas han desarrollado criterios para evaluar si las personas tienen síntomas de adicción a la comida (como tener antojos o problemas para reducirlos) que son paralelos a los observados para las sustancias adictivas. Una amplia revisión de 2021 de los estudios que utilizaron esa métrica descubrió que el 14 por ciento de unas 19.000 personas evaluadas cumplían los criterios de la adicción a la comida.
En definitiva, dijo Gearhardt, debemos creer a la gente cuando dice que es adicta a los alimentos ultraprocesados. “Lo prueba la experiencia”, dijo. “La gente quiere parar, pero no puede”.
