Aunque la miel tiene algunos beneficios para la salud, es importante entender su impacto en el control de la glucosa. Tiene un índice glucémico (IG) mucho más bajo que el azúcar blanco, pero sigue siendo una fuente de carbohidratos simples, como la glucosa y la fructosa, que afectan los niveles de azúcar en la sangre.
De acuerdo con información de WebMD, una de las principales diferencias entre la miel y el azúcar de mesa es que la miel contiene vitaminas y minerales, mientras que el azúcar refinado no.
Sin embargo, ambos tienen un impacto similar en el aumento de la glucosa en la sangre. La miel tiene un IG de 50, mientras que el azúcar blanco tiene un IG de 80, lo que significa que la miel puede elevar los niveles de glucosa, pero a un ritmo más lento.
El consumo de miel puede ser aceptable para personas con diabetes, siempre que se controle la cantidad.
La miel tiene propiedades antiinflamatorias y antioxidantes, lo que podría beneficiar a quienes tienen diabetes, ya que suelen tener niveles más altos de inflamación en el cuerpo.
Pero estos beneficios no justifican el uso de la miel como fuente principal de antioxidantes, pues existen otros alimentos que también los proporcionan sin elevar la glucosa en sangre.
