A muchas personas les encantan las hamburguesas, y no es para menos: son sabrosas, fáciles de encontrar y muy populares. Pero también es importante saber que, aunque son ricas, no siempre son buenas para la salud.
Cuando comemos una hamburguesa, el cuerpo trabaja mucho para digerir la grasa, los carbohidratos y las proteínas. Según expertos de Harvard, una comida con mucha grasa puede inflamar las arterias, hacer que se vuelvan menos elásticas y subir la presión.
Una hamburguesa puede tener entre 10 y 20 gramos de grasa saturada. Este tipo de grasa puede subir el colesterol malo, lo que aumenta el riesgo de enfermedades del corazón. Además, suelen tener mucho sodio (sal), lo que puede causar presión alta, retención de líquidos y problemas en los riñones.
Por si fuera poco, estos alimentos activan una parte del cerebro que nos hace sentir placer, lo que puede hacer que queramos comerlos muy seguido, y eso puede convertirse en un hábito poco saludable.
Pero no todo es negativo. Comer una hamburguesa de vez en cuando no está mal. De hecho, la carne tiene proteínas, vitaminas y minerales como el zinc. El pan da energía, y las verduras pueden ayudar a controlar la presión y fortalecer los huesos.
Eso sí, hay que tener cuidado porque muchas hamburguesas tienen calorías de más, grasas poco saludables, mucha sal, azúcares y productos procesados.
