Las presas de Chihuahua agonizan bajo el peso de una sequía implacable que ha llevado sus niveles a mínimos históricos, poniendo en jaque no solo la agricultura, sino también la estabilidad social de la región. Al corte del 7 de marzo de 2025, la situación es desesperante: La Boquilla, la presa más grande del estado, apenas alcanza un 15.25% de su capacidad, mientras que Las Vírgenes, otra de las principales, se encuentra en un crítico 11.64%. Estos porcentajes, comparados con los del año anterior, reflejan una caída dramática: La Boquilla ha pasado del 38.11% al 15.25%, y Las Vírgenes del 32.78% al 11.64%.
La sequía, que mantiene al estado bajo sus máximos niveles de escasez, ha dejado a la región centro-sur, donde se ubican estas presas y la cuenca del Conchos, sin posibilidad de un ciclo agrícola. La falta de agua no solo afecta los cultivos, sino que ha escalado a una tensión social palpable. En Camargo y San Francisco de Conchos, la disputa por el agua ha llegado a un punto crítico. La intención de abrir La Boquilla para llevar agua a Camargo ha generado roces entre los habitantes de ambos municipios, aunque la Junta Central de Agua y Saneamiento (JCAS) ha anunciado la construcción de pozos emergentes para abastecer a Camargo sin necesidad de abrir la presa.
Otras presas no escapan a esta crisis. Abraham González está al 20.66%, Las Lajas al 7.16%, y El Tintero al 9.83%. Incluso presas con niveles relativamente más altos, como Chihuahua (46.42%) y Luis L. León (El Granero) con un 65.71%, están muy por debajo de sus capacidades históricas. El Rejón, que el año pasado estaba al 87.35%, ahora apenas alcanza el 32.09%, y San Gabriel ha caído del 54.23% al 31.25%.
La situación es alarmante. Chihuahua enfrenta no solo una crisis hídrica, sino también social, mientras sus presas, otrora símbolos de vida y prosperidad, se vacían lentamente bajo un cielo que no da tregua. La agonía del agua es la agonía de un estado que lucha por sobrevivir.
