El cáncer colorrectal, que afecta al colon o al recto, es una de las enfermedades oncológicas más prevalentes y, afortunadamente, también una de las más prevenibles si se detecta en sus estadios iniciales. No obstante, en sus fases tempranas, a menudo se manifiesta con señales sutiles, o incluso sin síntoma alguno, lo que permite que progrese de forma silenciosa.
Existe un síntoma inicial al que muchas personas no le otorgan la debida importancia, confundiéndolo con molestias digestivas comunes: el cambio persistente en el ritmo intestinal.
Aunque la presencia de sangre en las heces o el dolor abdominal intenso son síntomas que con frecuencia motivan una consulta médica, las modificaciones en los patrones de evacuación suelen ser fácilmente desestimadas.
Este signo clave se refiere a una alteración notable y duradera, que se mantiene por varias semanas (más de tres), e incluye:
Diarrea o estreñimiento: La aparición repentina y persistente de episodios de diarrea o, por el contrario, un estreñimiento que no cede con remedios habituales.
Alternancia: En ocasiones, se presenta una mezcla de ambos: periodos de estreñimiento seguidos por episodios de diarrea.
Cambio en la consistencia: Que las heces sean más delgadas, estrechas o tengan una forma diferente a la habitual, a menudo debido a que el tumor reduce el calibre del intestino.
Sensación de evacuación incompleta (Tenesmo): Sentir la necesidad constante de defecar, incluso justo después de haber ido al baño.
Este cambio en la rutina intestinal es crucial porque, aunque puede deberse a la dieta, el estrés o afecciones menores, si es constante, podría indicar que un tumor incipiente está afectando el funcionamiento normal del colon.






