Once civiles, entre ellos ocho niños, murieron el sábado en la capital de Haití cuando unos drones dirigidos contra el líder de una pandilla alcanzaron una fiesta de cumpleaños en la que se habían reunido vecinos de la comunidad, dijo un grupo de derechos humanos.
En marzo, las autoridades de Haití contrataron a militares extranjeros para que operaran drones armados a fin de combatir a las pandillas que aterrorizan la capital, Puerto Príncipe. Los contratistas trabajan para una empresa propiedad de Erik Prince, destacado partidario del presidente Donald Trump.
Los expertos han advertido de que los ataques no solo constituían una violación del derecho internacional, pues no existe un conflicto armado declarado oficialmente en el país, sino que también podían infligir daños colaterales en zonas urbanas densamente pobladas donde operan los miembros de las bandas.
Aunque el mes pasado murieron accidentalmente dos agentes de policía por un dron y en junio murieron dos adultos civiles también a causa de un dron, se cree que el episodio del sábado fue la primera vez que hubo niños entre las víctimas.
Dos drones “kamikaze” fueron desplegados el sábado por la noche en Simon Pelé, una zona controlada por pandillas en Cité Soleil, un barrio grande y pobre cerca al aeropuerto de Puerto Príncipe, según la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos.
El objetivo era el jefe de una banda, Albert Steevenson, también conocido como Djouma, quien estaba celebrando su cumpleaños y distribuyendo regalos a los niños, dijo el grupo de derechos humanos. Steevenson salió ileso.
El primer dron mató a ocho niños, de edades entre los 2 y los 10 años, y a tres adultos. Otros seis niños resultaron heridos, dijo el grupo de derechos humanos. Todos ellos eran civiles.
Un segundo dron cayó cerca del cuartel general de la banda, matando a cuatro miembros e hiriendo a otros siete, dijo Pierre Espérance, director ejecutivo de la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos.
Entre los muertos había una mujer embarazada, según una persona familiarizada con el caso que no estaba autorizada a hacer declaraciones públicamente.
Jimmy Chérizier, jefe de una pandilla conocida como Barbecue, culpó del ataque errado con dron al gobierno de Alix Didier Fils-Aimé, el primer ministro que recurrió a los contratistas para que se enfrentaran a las bandas. Negó las noticias de que hubieran muerto miembros de las pandillas, afirmando que solo había civiles entre los fallecidos.
Dijo que entre 150 y 200 niños se habían reunido en un parque para recibir regalos en efectivo por el cumpleaños de Steevenson.
“No murió ninguna persona armada, pero muchas personas de la población civil son víctimas”, dijo Chérizier en un video publicado en YouTube, donde mostró fotos espantosas de los niños muertos.
“El gobierno de Fils-Aimé sigue masacrando a la población de los barrios de gente trabajadora”, dijo.
Testigos dijeron a The Associated Press que los niños habían quedado mutilados.
Michelin Florville dijo a la agencia de noticias que la explosión había matado a dos de sus nietos, de 3 y 7 años, y a su hijo de 32 años.
“La gente corría de un lado para otro”, decía en el informe.
Se sabe que las pandillas haitianas utilizan a los civiles como escudo para protegerse de los drones. Los miembros del grupo operativo que manejaba los drones sabían que era el cumpleaños de Steevenson y que habría civiles presentes, según dos personas familiarizadas con el episodio que no estaban autorizadas a hablar públicamente.
Un vocero de la Policía Nacional de Haití declinó hacer comentarios. La oficina de Fils-Aimé tampoco quiso hacer comentarios, aludiendo a una investigación que se está llevando a cabo. Una portavoz del Consejo Presidencial no respondió a una solicitud de más información.
Prince, el contratista estadounidense de defensa militar, no respondió a las solicitudes de comentarios. No estaba claro si sus contratistas o la policía haitiana eran los responsables del ataque del sábado.
Espérance dijo que no había rendición de cuentas por los civiles muertos en ataques con drones y añadió que, aunque habían muerto muchos integrantes de pandillas, no se había dado con ningún dirigente.
“Al contrario, estos líderes están más tranquilos y son cada vez más arrogantes, e incluso se mueven abiertamente en convoyes”, dijo Espérance.
Espérance dijo que 11 civiles murieron en otro ataque con drones el 6 de septiembre en el centro de Puerto Príncipe.
Aun así, muchos haitianos consideran los ataques con drones como un último recurso muy necesario para una nación asolada por la violencia y que se siente abandonada por la comunidad internacional.
El mandato de la ONU de una fuerza de seguridad multinacional dirigida por Kenia, que en general se considera un fracaso, concluye la próxima semana, y eso podría provocar la salida de la misión de Haití.
Estados Unidos y Panamá han propuesto una fuerza mayor de supresión de pandillas, integrada por al menos 5500 personas, más de cinco veces el tamaño del despliegue actual.
A pesar de las contribuciones de Kenia y otros países, “la misión carece actualmente del encargo y los recursos necesarios para abordar la creciente magnitud del desafío”, dijo el lunes en Nueva York Christopher Landau, vicesecretario de Estado estadounidense, tras reunirse con el presidente de Kenia.
Se espera que el Consejo de Seguridad de la ONU vote pronto la propuesta, pero Rusia y China, que tienen derecho de veto, han expresado sus reservas.
Haití se sumió en una espiral de anarquía tras el asesinato en 2021 de su presidente, Jovenel Moïse.
Las bandas controlan las principales carreteras de entrada y salida de la capital, y han lanzado grandes ofensivas contra barrios y comisarías de policía, hospitales y otros edificios. Casi 1,3 millones de personas han huido de sus hogares a causa de la violencia en los últimos años, y casi 4000 personas murieron en los seis primeros meses de 2025.
