Los hechos de violencia registrados las últimas semanas en los que han estado involucrados adolescentes no son casos aislados, son síntomas de una problemática estructural que exige respuestas concretas y coordinadas, advirtió la organización civil Reinserta.
En un pronunciamiento, urgió a atender la normalización de la violencia en la infancia y la juventud.
Dicha normalización, consideró, está influida por el acceso desregulado a la tecnología, la exposición a contextos de violencia y la transmisión intergeneracional de patrones agresivos.
En el caso de Marianne «N» y Valentina, señaló, se produjo acto de violencia extrema entre adolescentes que pone de manifiesto la necesidad urgente de fortalecer la atención en salud mental y el acompañamiento psicoemocional para las juventudes, mientras que el de Fátima visibiliza la gravedad del bullying en las instituciones educativas y la urgencia de intervenir con estrategias de prevención y atención.
En tanto, consideró, el caso del bebé abandonado en Tultitlán refleja la falta de acceso a educación sexual y reproductiva, así como la ausencia de redes de apoyo para la crianza.
Especializada en la atención de menores de edad marcados por la violencia, la organización llamó a reforzar los programas de salud mental en las escuelas, promoviendo espacios de respeto y bienestar emocional.
«La prevención del delito no puede ser un esfuerzo aislado ni reactivo, sino una prioridad colectiva que garantice un futuro más seguro y digno para nuestra niñez y juventud», indicó.
Reinserta subrayó la necesidad de evitar la criminalización de adolescentes en conflicto con la ley y, en su lugar, priorizar la prevención, el acompañamiento y la reinserción social, con un enfoque basado en derechos humanos y el debido proceso.
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