lunes, septiembre 16, 2024

SE UNEN DEADPOOL Y WOLVERINE PARA ‘SALVAR’ A MARVEL

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Ciudad de México.- «Soy el Jesús de Marvel», bromea el irreverente mercenario Deadpool en un momento de Deadpool & Wolverine.

La frase tiene su contexto particular, pero funciona como esperanza comercial mesiánica: la película, que se preestrena el 24 de julio, llega en un momento en que el cine de superhéroes anda de capa caída y, se dice, ha cansado al público.

Con sus dos cintas anteriores (2016 y 2018) del asesino, llenas de incorrección política y destinadas a un público adulto, el actor, guionista y productor Ryan Reynolds ya agitó el género y ayudó a recaudar casi mil 570 millones de dólares.

Buenas credenciales para que en el canadiense estén puestas las esperanzas de toda una subindustria cuya supremacía, hace poco tiempo, parecía que sería longeva y feliz.

«Wolverine es todo lo que Deadpool quisiera ser. Él es importante, un héroe, y hace lo correcto. Deadpool lucha con todo eso».

Ryan Reynolds, actor

«Wolverine ve en Deadpool algo que le gustaría tener. Wolverine es muy aislado, juzga a todos y se aleja. Deadpool cree que su mundo y amigos son importantes y hará lo que sea por salvarlos».

Hugh Jackman, actor

«Creo que ‘fatiga de superhéroes’ es sólo otra manera de decir ‘hagan mejores películas'», reflexiona en entrevista. «No tenemos fatiga de los dramas, comedias o la acción. Se trata de hacer películas inteligentes basadas en personajes y de apostar por lo que realmente funciona.

«Para mí, eso es cuando se pone énfasis en los personajes por encima del espectáculo. Porque el mero espectáculo son grandes efectos, y filmar películas completamente en interiores, y luego, cuando sales ¿qué recuerdas? Yo quiero que la gente recuerde cosas que dijeron o sintieron los personajes».

Reynolds y su socio, el director Shawn Levy, se rigieron por esas ideas durante la confección del filme, que significa el aterrizaje de Deadpool y el mutante Wolverine (Hugh Jackman) a Disney/Marvel Studios tras haber formado parte de 20th Century Fox.

Al pertenecer ahora a la compañía del ratón, los creadores no bajaron de nivel las bromas subidas de tono: en esta cinta clasificación C se burlan de todos, en particular de su nueva casa.

«Escribíamos lo que nos hacía reír», aclara Levy. «Cada que mandábamos versiones del guion a Disney esperábamos a ver a qué chistes nos decían: ‘No’. Pero la regla de Kevin Feige (mandamás de Marvel) fue que si algo era divertido, se quedaba. Ese fue el barómetro».

El multiverso justifica la llegada del antihéroe, quien siempre había querido ser importante, a la línea temporal «sagrada» de Marvel, aunque antes deberá hacer equipo con el mutante para salvar su propio mundo, amenazado por Paradox (Matthew MacFadyen), de la Autoridad de Variación Temporal.

De paso, en su aventura conjunta, enfrentarán un reto inédito en la poderosa Cassandra Nova (Emma Corrin), hermana gemela del profesor Charles Xavier, con quien comparte poderes telequinéticos y telepáticos.

En cuanto al hosco guerrero con garras de adamantium, miembro de los X-Men, él murió al final de la película Logan (2017), aunque el que aparece aquí no tiene por qué ser ese Wolverine.

Jackman, quien lleva 24 años con el papel, ayudó a que el proyecto fuera una versión superheroica de esas películas de parejas policiales de los 80, con el agua y el aceite juntos, a regañadientes, en pos de una meta común.

Sin embargo, a final de cuentas, los personajes no son tan distintos: tienen el poder de la curación y son atormentados por demonios que combaten con una máscara de humor interminable (Deadpool) o de furia misántropa (Wolverine).

«Su unión parece la de Nick Nolte y Eddie Murphy en 48 Horas o la pareja de Nada en Común (John Candy y Steve Martin). Funciona y, de alguna manera, saca lo mejor de ambos personajes. También hay conflicto interno constante. Fue algo maravilloso. Me divertí más de lo que he hecho en cualquier otra película», comenta Jackman.

Uno de los puntos altos del filme será ver por primera vez a Wolverine, en acción real, luciendo su clásico traje amarillo y azul, tal y como apareció en los cómics en 1974.

«Había esta creencia colectiva, y yo también lo compartía de alguna manera, de que no se iba a ver bien. Se ve genial en las historietas, pero hacerlo real», rememora el australiano.

«En el momento en que me lo puse, caminamos al set y viví un momento loco. Ahora no puedo siquiera imaginarme interpretar al personaje de nuevo, o que alguien más lo haga, sin vestir de amarillo. Es simplemente perfecto».

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