Con el famoso y popular maratón Guadalupe-Reyes, del 12 de diciembre al 6 de enero, llegaron días, y sobre todo noches, de fiestas en las que el invitado que no puede faltar es el alcohol.
La época representa para muchas personas la ocasión para brindar y relajarse con bebidas, pero para las personas que están en recuperación y buscan dejar de tomar, o que incluso no son afectos a beber alcohol, son días de preocupación por la presión que se da por todas partes, incluidos los círculos familiares y amistades.
«Entre la familia nunca falta el: ‘¿Qué te hace un traguito no más?'», dice Felipe, integrante de un grupo de Alcohólicos Anónimos que se reúne diariamente. «Por eso mucha gente vuelve a beber».
Es una temporada que pone a prueba la voluntad y fortaleza de estas personas, pero también la empatía y el respeto que sus familias y entornos cercanos demuestran hacia la lucha de dejar la bebida.
Con apenas consumir una gota de alcohol se echa abajo el trabajo de meses, incluso años, dice Felipe, de 58 años, quien lleva cuatro décadas acudiendo a AA.
«Y volvemos a estar igual o peor que como estábamos. Este problema del alcoholismo no es así de que ya, dejo de tomar y todo arreglado. Tarde o temprano puedo volver a caer».
Esto también enfrentan personas que no suelen ser afectas a consumir bebidas alcohólicas y que, por ceder a la presión social, no la pasan nada bien en las reuniones.
Alcohol, ¿igual a diversión?
Las personas en rehabilitación utilizan palabras como «riesgo», «fechas de prueba» o «reto» para referirse a esta época, dice Juanita Sosa, directora de la unidad de hospitalización de los Centros de Integración Juvenil en Monterrey.
«Hemos tenido casos de pacientes que tienen su fecha programada para terminar su tratamiento por estos días y nos han pedido que extendamos el tratamiento», ejemplifica Sosa.
«Nos dicen: ‘¿No podría salir de tratamiento hasta después del día último?’ Saben que en casa y en los alrededores va a haber gran consumo de alcohol, que va a estar el estímulo de personas bebiendo y de bebidas disponibles alrededor».
Y es que las invitaciones a beber se convierten en una fuerte presión con expresiones como: ‘¿Cómo que no vas a beber?’, ‘¿a poco no vas a tomar?’ o ‘¿me vas a despreciar?’. Esas frases están muy naturalizadas, explica la directora de CIJ.
«Tenemos fuertemente asociadas la convivencia y la diversión con el alcohol», afirma.
La especialista en prevención y tratamiento de adicciones recomienda que la persona identifique un entorno seguro donde no se consuma alcohol durante esta época, y mantenerse ahí. Lo ideal, señala, es que este espacio seguro sea la familia o acompañarse por algún miembro de ella que no consuma.
De no haberlo, el consejo es mantenerse aislado de la convivencia.
«Es importante que la familia comprenda que, sin bebidas alcohólicas, se puede pasar una velada divertida», recomienda.
Esta perspectiva resulta difícil de asumir, pero es útil tanto para las familias de alguien que lucha contra una adicción al alcohol, como para un sector de la sociedad que no suele beber ni requiere alcohol para divertirse.
También, dicen los especialistas, porque hay que pensar en las niñas, niños y adolescentes alrededor.
«Es probable que los menores no prueben alcohol durante estas convivencias», señala Sosa, «pero están aprendiendo a naturalizar el consumo cuando hay festejos».
Investigaciones indican que el consumo excesivo de alcohol representa consecuencias como pérdida de memoria, riesgo de ser víctima de agresión física o sexual, caídas, involucrarse en peleas, ausentismo laboral y escolar; problemas legales, prácticas sexuales de riesgo, consumo de otras drogas, dependencia al alcohol y tristeza o depresión.
«El mensaje tiene que ser que es posible consumir de manera moderada, pero que todavía mejor es no consumir y aprender a divertirse», concluye Sosa.
Una responsabilidad personal
Julia Leal, psicóloga y educadora especialista en desarrollo humano, destaca que, cuando una persona busca mantenerse abstemia o recuperarse de alcoholismo, rodearse de un círculo de amigos o familiar que lo apoye es lo aconsejable.
«Incluso es válido separarse del núcleo familiar hasta que ya no sea problema para la persona ver que otros también consumen», comenta.
También aconseja asertividad y comunicar su necesidad de apoyo de la familia o con quienes conviva en estas fechas. Sin embargo, la decisión de ingerir o no bebidas siempre será personal.
«No podemos controlar las decisiones de los demás de respetar una decisión», explica Leal.
«Lo que sí está en nuestro control es tomar la responsabilidad de nuestras decisiones y, finalmente, nuestra decisión es eso, salir adelante y mantenernos abstemios».
Sería muy cómodo decir: «Es que no me ayudan» o «me invitaron y por eso caí y tomé», por eso es importante fortalecer las decisiones a través de terapias o en grupos como AA para superar adicciones.
«En la medida en que la persona se va sintiendo más fuerte para resistir, podrá considerar integrarse en un grupo de personas que consuman y mantenerse al margen», señala Leal.
Para facilitar el ‘No’
Ya sea que vayas a dejar de beber, a reducir tu consumo o a tomarte un descanso del alcohol, explica tus nuevas intenciones a amigos y compañeros, puede ser de gran ayuda.
- La conversación no tiene por qué ser formal. Puedes mencionar casualmente tus nuevos hábitos de consumo de alcohol en las interacciones en persona. Solo asegúrate de que entiendan que realmente vas a hacer el cambio.
- Decide si quieres compartir las razones de tu cambio. No debes sentirte presionado para dar explicaciones. Sin embargo, hacerlo puede facilitar que quienes te rodean entiendan por qué estás cambiando tus hábitos de consumo.
- Algunos miembros de tu círculo social pueden expresar su desacuerdo. No obstante, no permitas que sus reacciones negativas te desanimen. En cambio, dirige tu atención y tiempo hacia amigos y familiares más comprensivos.