viernes, septiembre 20, 2024

BEBER A SOLAS O CON AMIGOS ¿HAY ALGUNA DIFERENCIA?

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Si tomas una copa con amigos durante la hora feliz, es probable que te sientas conversador, amigable y animado. Pero si tomas una copa solo, es posible que experimentes sentimientos de depresión. Los investigadores creen que ahora saben por qué sucede esto. “Los entornos sociales influyen en la forma en que las personas reaccionan al alcohol, pero no hay ningún estudio mecanicista sobre cómo y por qué ocurre esto”, dijo Kyung-An Han, Ph.D., bióloga de la Universidad de Texas en El Paso que utiliza moscas de la fruta para estudiar el alcoholismo.

Ahora, Han y un equipo de profesores y estudiantes de la UTEP han dado un paso clave para comprender el proceso neurobiológico detrás del consumo social de alcohol y cómo aumenta los sentimientos de euforia. Su nuevo estudio, publicado en un número reciente de la revista Addiction Biology, señala la región del cerebro que se estimula con el consumo social de alcohol y puede llevar a una mejor comprensión de cómo los humanos se vuelven vulnerables al Trastorno por Consumo de Alcohol (TCA), una enfermedad que afectó a casi 29.5 millones de personas solo el año pasado, según el Instituto Nacional sobre Abuso de Alcohol y Alcoholismo.

Moscas y humanos, parecidos a la luz del alcohol

Resulta que las moscas de la fruta borrachas no son tan diferentes de los humanos ebrios. Aunque pueden parecer una opción poco convencional de la que derivar conocimientos sobre el comportamiento humano, estos insectos comparten aproximadamente el 75% de los mismos genes que causan enfermedades humanas, explicó Han.

Utilizando moscas de la fruta, Han y su equipo intentaron demostrar que el etanol, el alcohol de las bebidas, causa reacciones diferentes en entornos solitarios que en grupos y que la dopamina, la molécula cerebral que desempeña un papel en el placer, la motivación y el aprendizaje, es un factor clave para este fenómeno.

Los experimentos del equipo consistieron en exponer moscas de la fruta, ya sea solas o en un entorno grupal, al vapor de etanol y medir su velocidad promedio para determinar el grado de respuesta inducida por el etanol. Mientras que las moscas que “bebieron solas” mostraron un ligero aumento en el movimiento, las moscas expuestas al etanol en un entorno grupal mostraron un aumento significativo en la velocidad y el movimiento.

Luego, el equipo procedió a probar si la dopamina desempeña un papel en la respuesta de las moscas al etanol, comparando un grupo de control cuya dopamina era regulada naturalmente por el cerebro con un grupo experimental que tenía niveles aumentados de dopamina.

Más de lo habitual

El equipo descubrió que las moscas, independientemente de si tenían niveles normales o aumentados de dopamina, tenían una reacción similar al etanol en un entorno solitario: un pequeño aumento en la actividad. Pero en entornos sociales, las moscas con mayor dopamina mostraron una hiperactividad aún más elevada de lo habitual.

“Demostramos que tanto los entornos sociales como la dopamina actúan juntos para la respuesta intensificada de las moscas al etanol”, dijo Han, quien actualmente se desempeña como decano asociado en la Facultad de Ciencias.

La tarea final del equipo fue identificar cuál de los cinco receptores de dopamina en el cerebro es el que más contribuye a este proceso y descubrieron que el receptor de dopamina D1 era el más importante para la reacción de las moscas al etanol en un entorno social.

“El gen del receptor D1 humano está vinculado al trastorno por consumo de alcohol y este estudio proporciona una validación experimental para ello. Para el equipo, la identificación del receptor D1 es crucial, ya que ofrece a los investigadores de UTEP y más allá un modelo para estudios de seguimiento”, explicó Han.

“Nuestro trabajo proporciona conocimiento científico para respaldar la idea de que el cerebro interpreta y procesa el entorno social de una persona y hace que esa señal converja en el sistema de dopamina que también se activa con el consumo de alcohol”, dijo Paul Rafael Sabandal, Ph.D., profesor asistente de investigación en ciencias biológicas y uno de los autores correspondientes del estudio. “Nos da como investigadores una idea de qué área y componentes del cerebro pueden servir como punto de encuentro para todas las señales que contribuyen al trastorno por consumo de alcohol”.

Lo que sigue en la investigación

El próximo paso del equipo es explorar las complejidades por las cuales el receptor de dopamina D1 sirve como punto de conexión para las señales que contribuyen al etanol, la interacción social y el AUD.

Han dijo: “La oportunidad de trabajar en proyectos cuyo impacto positivo se puede aplicar a gran escala es una de las razones por las que me convertí en científico. Es un honor saber que nuestro trabajo tiene el potencial de ayudar a las personas a vivir una vida mejor y nuestro equipo seguirá esforzándose por lograr ese objetivo”.

Los autores adicionales del estudio son los ex estudiantes de pregrado de UTEP Dilean Murillo González y Bryan Hernández Granados, quienes ahora están en el Programa de Posgrado en Neurociencia de la Facultad de Medicina de Baylor y en el Programa de Postgrado de la Universidad de Vanderbilt, respectivamente.

La investigación fue financiada por el fondo de dotación Orville Edward Egbert, M.D. de UTEP.

newsroom@diariousa.com

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