jueves, diciembre 26, 2024

QUÉ IMPLICA “POSIBLEMENTE CANCERÍGENO”, LA CATEGORÍA DE LA OMS QUE INCLUYE EL ASPARTAMO DE LA COCA DIET

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El aspartamo, un edulcorante artificial muy usado en algunas gaseosas, otros productos alimentarios y hasta en medicamentos, es “posiblemente” cancerígeno para los seres humanos, indicó ayer la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque sin modificar la dosis diaria considerada segura.

La Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), el órgano de la OMS que se encarga de identificar el potencial cancerígeno de las sustancias de consumo, ha concluido, tras estudiar la evidencia científica disponible, que este endulzante puede tener capacidad para causar cáncer. Así, los expertos, que se reunieron del 6 al 13 de junio, concluyeron que el edulcorante “puede ser carcinógeno para los seres humanos”, lo que lo incluye en el grupo 2B de la clasificación de la IARC.

¿Qué significan estas categorías y qué grado de peligrosidad clasifican?

Los compuestos o factores físicos evaluados por la IARC se clasifican en cuatro grupos en función de la evidencia científica existente sobre carcinogenicidad.

Grupo 1: “Carcinogénico para humanos”. Hay suficiente evidencia para concluir que puede causar cáncer en humanos.

Grupo 2A: “Probablemente cancerígeno para los humanos”. Existe una fuerte evidencia de que puede causar cáncer en los humanos, pero en la actualidad no es concluyente.

Grupo 2B: “Posiblemente cancerígeno para los seres humanos”. Existe alguna evidencia de que puede causar cáncer en los seres humanos, pero en la actualidad está lejos de ser concluyente.

Grupo 3: “Inclasificable en cuanto a carcinogenicidad en humanos”. Actualmente no hay evidencia de que cause cáncer en humanos.

Grupo 4: “Probablemente no es cancerígeno para los humanos”. Existe una fuerte evidencia de que no causa cáncer en los humanos.

Respecto al Grupo 1, el agente catalogado es cancerígeno para los humanos. Así, la circunstancia de exposición del mismo implica un riesgo cancerígeno para los humanos”. Esta categoría se utiliza cuando hay suficiente evidencia de carcinogenicidad en personas. Excepcionalmente, un agente puede colocarse en esta categoría cuando la evidencia de carcinogenicidad en humanos es menos que suficiente pero sí hay suficiente evidencia de carcinogenicidad en animales de experimentación y fuertes evidencia en humanos expuestos de que el agente (mezcla) actúa a través de un mecanismo relevante de carcinogenicidad”. Los ejemplos incluyen asbesto, benceno y radiación ionizante.

En el Grupo 2 se hallan las categorías A y B: “Esta categoría incluye agentes, mezclas y circunstancias de exposición para los que, en un extremo, el grado de evidencia de carcinogenicidad en humanos es casi suficiente. Los agentes, las mezclas y las circunstancias de exposición se asignan al grupo 2A (probablemente cancerígeno para los humanos) o al grupo 2B (posiblemente cancerígeno para los humanos) sobre la base de criterios epidemiológicos y experimentales, evidencia de carcinogenicidad y otros datos relevantes”, afirma la OMS.

Así, en el grupo A “el agente es probablemente cancerígeno para los humanos. Esta categoría se utiliza cuando hay evidencia limitada de carcinogenicidad en humanos y suficiente evidencia de carcinogenicidad en animales de experimentación. Y en el grupo B, el agente es posiblemente cancerígeno para los humanos”. Esta categoría se utiliza para agentes, mezclas y circunstancias de exposición para los cuales existe evidencia limitada de carcinogenicidad en humanos y evidencia menos que suficiente de carcinogenicidad en animales de experimentación.

En cuanto al Grupo 3, el agente es inclasificable en cuanto a carcinogenicidad en humanos”. Esta categoría se usa más comúnmente para agentes, mezclas y circunstancias de exposición para los cuales la evidencia de carcinogenicidad es inadecuada en humanos e inadecuada o limitada en animales de experimentación. Puede colocarse en esta categoría un alimento cuando hay evidencia sólida de que el mecanismo de carcinogenicidad en animales de experimentación no opera en humanos.

Y en el último, el Grupo 4, el agente probablemente no sea cancerígeno para los humanos”. Esta categoría se usa para agentes o mezclas para los cuales hay evidencia que sugiere falta de carcinogenicidad en humanos y en animales de experimentación.

Aspartamo, en el Grupo 2 B
La IARC clasificó al aspartamo como posiblemente cancerígeno para los humanos (Grupo 2B) sobre la base de pruebas limitadas para el cáncer en humanos (en concreto, para el carcinoma hepatocelular, que es un tipo de cáncer de hígado). Allá también hubo pruebas limitadas de cáncer en animales de experimentación y pruebas limitadas relacionadas con los posibles mecanismos para causar cáncer.

Que la OMS haya catalogado al aspartamo en el grupo 2B significa que es el penúltimo escalón dentro de su pirámide de identificación de peligros: esto significa que la evidencia es muy limitada y, si bien la seguridad no es preocupante en las dosis que se usan habitualmente, sí se han descrito potenciales efectos dañinos.

Con todo, el Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA), que se encarga de concretar estos riesgos en la población y establecer una dosis de ingesta diaria admisible, también ha evaluado la evidencia disponible y ha decidido mantener la recomendación de consumo diario admisible que ya tenía: 40 miligramos por kilo de peso al día.

El aspartamo, que es hasta 200 veces más dulce que el azúcar, está en miles de productos. Se usa como endulzante de mesa o para edulcorar bebidas gaseosas bajas en calorías, chicles, gelatinas, cereales para el desayuno, yogures, helados, pasta de dientes o en algunos fármacos. El JECFA evaluó la seguridad de esta sustancia en 1981 y estableció el consumo máximo recomendable en 40 miligramos por kilo de peso al día: por debajo de esa cantidad, la ingesta de esta sustancia era segura.

“Las evaluaciones del aspartamo han indicado que, si bien la seguridad no es una gran preocupación en las dosis que se usan comúnmente, se han descrito efectos potenciales que necesitan ser investigados por más y mejores estudios”, explicó el doctor Francesco Branca, Director del Departamento de Nutrición y Seguridad Alimentaria de la OMS. “El cáncer es una de las principales causas de muerte a nivel mundial. Cada año, 1 de cada 6 personas muere de cáncer. La ciencia se está expandiendo continuamente para evaluar los posibles factores iniciadores o facilitadores del cáncer, con la esperanza de reduciendo estos números y el costo humano”, agregó el experto.

Carne, en el Grupo 2 A
En octubre de 2015, la OMS emitió un informe donde el consumo de carne roja fue clasificado como “probablemente cancerígeno para los seres humanos” (grupo 2A). El mismo documento se refirió al consumo de carne procesada como “cancerígeno para los humanos” (grupo 1), por disponer de pruebas suficientes para el cáncer colorrectal y en menor medida (asociaciones) para el cáncer de estómago.

Ante la alarma social generada, tres días después, la OMS emitió una declaración en la que aconsejaba a la población moderar el consumo de este tipo de carne con la finalidad de reducir el riesgo de cáncer, e indicaba que con esta recomendación se confirma la advertencia que emitió hace más de una década, cuando aconsejó un consumo moderado de carne procesada para reducir el riesgo de cáncer, en base a que los datos disponibles entonces sugerían que un alto consumo de carne en conserva y de carne roja probablemente aumenta el riesgo de cáncer colorrectal.

Ese informe de la IARC pidió a la población que modere el consumo de carne, no que la deje de consumir, ya que la carne es una importante fuente de importantes nutrientes que contiene en elevada cantidad (ej. proteínas, que además son de alto valor biológico) y altamente biodisponibles (se absorben mejor que a partir de fuentes vegetales, por ejemplo el hierro, el zinc, la vitamina B12).

El consumo de carnes rojas y procesadas está asociado a un aumento de riesgo de padecer diversas enfermedades crónicas.

Sin embargo, la carne roja y la carne procesada también pueden contener, en mayor o menor medida, una serie de compuestos cuya ingesta se asocia con un aumento de riesgo de padecer diversas enfermedades crónicas (ej. enfermedad cardiovascular, cánceres), como son los ácidos grasos saturados, el colesterol, la sal, los nitritos, etc, que están de forma natural en la carne o que son añadidos o formados durante el procesamiento o el cocinado.

El IARC define a la carne roja como la carne de músculo de mamíferos sin procesar (ej. carne de vaca, ternera, cerdo, cordero, caballo, cabra), incluyendo la carne picada o congelada, y a la carne procesada, como la carne que ha sido transformada mediante salazón, curado, fermentación, ahumado u otros procesos con el objetivo de para aumentar el sabor o mejorar su conservación. La mayoría de la carne procesada contiene cerdo o carne de vaca, pero puede contener también otras carnes rojas, de ave, casquería (ej. hígado) o subproductos (ej. sangre) y como ejemplos podemos citar las salchichas, el jamón (serrano y de York), carne en conserva, cecina, salsas a base de carne.

La carne roja se suele consumir cocinada, al igual que muchos de los productos cárnicos, ya que este proceso mejora la digestibilidad y la palatabilidad, pero también puede provocar la formación de compuestos cancerígenos (ej. aminas heterocíclicas [AHC], hidrocarburos aromáticos policíclicos [HAP], nitrosocompuestos [ej. nitrosaminas]), en mayor o menor medida dependiendo principalmente del tipo de cocinado. Aquellos que conllevan elevadas temperaturas (por encima de 150 ºC), durante largos periodos de tiempo y en contacto directo con la llama o una superficie caliente, son los que favorecen una mayor producción de AHC y HAP.

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