jueves, noviembre 21, 2024

EL CAMBIO CLIMÁTICO ESTÁ IMPULSANDO LAS HOSPITALIZACIONES RELACIONADAS CON EL ALCOHOL

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La ingesta de alcohol es un tema preocupante en varios países del mundo, especialmente en los Estados Unidos. Según una reciente encuesta de la Administración de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias (SAMHSA) realizada en 2019 en los Estados Unidos, 139,7 millones de personas habían bebido alcohol recientemente y al menos 25,8 millones consumían drogas ilícitas.

La mayoría de los consumidores de sustancias lo hacen con moderación. Sin embargo, una minoría sustancial de personas sufre trastornos relacionados, definidos como cuando el consumo recurrente de alcohol u otras sustancias causa un deterioro clínicamente significativo y requiere intervención, incluido tratamiento hospitalario. Se estima que una de cada ocho muertes entre estadounidenses en edad laboral está asociada con el consumo excesivo de alcohol.

Los fenómenos climáticos, por su parte, son cuestiones importantes relacionadas con la salud pública y sirven como catalizadores cruciales para la implementación de estrategias de adaptación.

Muchos estudios han demostrado que el cambio climático amenaza la producción de alcohol en todo el mundo, desde los viñedos en Francia hasta las destilerías de whisky en Escocia. Ahora hay evidencia alarmante de que también afecta las hospitalizaciones por consumo de alcohol.

Un estudio que hemos publicado en la revista Nature Communications Medicine encontró que los aumentos de temperatura han provocado un marcado aumento en el número de visitas al hospital por trastornos relacionados con el alcohol, como intoxicación, abstinencia y sueño inducido por la bebida en el estado de Nueva York.

Descubrimos que había una relación casi lineal entre el aumento de temperatura y las admisiones y visitas hospitalarias por trastornos relacionados con el alcohol.

También encontramos asociaciones entre la temperatura y las hospitalizaciones relacionadas con el cannabis, la cocaína, los opioides y el uso de sedantes, un resultado que se sintió con mayor intensidad en las áreas suburbanas y rurales fuera de la ciudad de Nueva York. Pero la conexión entre las hospitalizaciones relacionadas con el consumo de alcohol y la temperatura fue la más sólida del estudio.

Al observar los registros de ingresos hospitalarios y compararlos con los datos meteorológicos a lo largo de tres décadas entre 1995 y 2014, descubrimos cómo los picos de temperatura a corto plazo en el transcurso de unos pocos días afectan las tasas de ingresos hospitalarios relacionados con el uso de sustancias.

Incluso un ligero aumento de la temperatura, digamos de 6 grados en una semana a 9 en la siguiente, o de 15 a 18 grados, provocó más hospitalizaciones por consumo de sustancias. Esa tendencia se mantuvo fuerte desde -30 hasta 30 grados, el rango completo de temperaturas promedio diarias en todo el estado de Nueva York entre 1995 y 2014.

No es sólo estacional. Si hoy fuera 5 grados más caluroso que a esta hora la semana pasada o a esta hora la próxima semana, esperaríamos más visitas al hospital por trastornos por alcohol y sustancias.

El clima y la ingesta
Las temperaturas promedio diarias en Nueva York han aumentado 2 grados en todo el estado desde 1970 y se espera que aumenten otros 2 para 2080, debido a los efectos de calentamiento de la quema de combustibles fósiles. Esta tendencia ha contribuido a las fluctuaciones de temperatura a corto plazo que con el equipo comparamos con las tasas de hospitalización locales.

Investigaciones anteriores han demostrado que las fluctuaciones de temperatura pueden influir en el consumo de drogas en los Estados Unidos y en el extranjero, pero este estudio es uno de los primeros en analizar diferentes tipos de drogas y encontrar que el cambio climático está relacionado con aumentos en las admisiones hospitalarias por trastornos relacionados con el alcohol en Estados Unidos, específicamente.

Descubrimos que el patrón era casi universal en todas las características demográficas que observamos, que incluían la edad, el sexo y la vulnerabilidad social (un término usado en general para calificar el estatus socioeconómico). El estudio controló las variaciones estacionales en el consumo de alcohol, como la tendencia de las personas a beber más durante las vacaciones de invierno y los meses de verano.

Esto es obviamente relevante en el contexto del cambio climático, donde anticipamos temperaturas promedio más altas, incluidas olas de calor más frecuentes y severas. Eso significa que habrá más días en los que las personas podrían estar consumiendo sustancias a niveles nocivos que podrían requerir ingreso hospitalario.

Aunque no está del todo claro por qué el aumento de las temperaturas conduce a más hospitalizaciones por uso de sustancias, los investigadores tenemos algunas ideas sobre lo que podría estar detrás de esta tendencia. Una posible explicación es que las personas son más impulsivas y desinhibidas durante los períodos de calor elevado, lo que las lleva a beber más y consumir más drogas.

Para algunos tipos de sustancias, como los opioides, el clima cálido puede disminuir los efectos percibidos y llevar a las personas a tomar dosis más altas para alcanzar el nivel deseado de embriaguez, lo que a su vez podría contribuir a más ingresos hospitalarios por sobredosis. Beber alcohol, que popularmente se cree que eleva la temperatura interna del cuerpo, en realidad desestabiliza su capacidad para regular su temperatura central, lo que también podría contribuir a las hospitalizaciones durante períodos de calor elevado.

El estudio no hace proyecciones sobre cómo el calentamiento futuro debido al cambio climático puede influir en la prevalencia de las admisiones hospitalarias por uso de sustancias. Advertimos, en este punto contra la extrapolación de los datos de Nueva York al resto del mundo.

Es necesario realizar más investigaciones para descubrir cómo responden las personas que viven en los diversos y distintos climas de los al aumento de las temperaturas. Nuestro estudio insinúa la posibilidad de una tendencia más amplia que debe investigarse.

Es un punto de partida para comenzar a comprender cómo el cambio climático puede influir en el uso de sustancias. Nueva York es el cuarto estado más grande de Estados Unidos, uno de los más diversos, uno de los más extremos en términos de perfil sociodemográfico. Se podría suponer, aunque con cautela, que esto sería un problema en todo el mundo.

*Robbie Parks es epidemiólogo ambiental de la Universidad de Columbia, donde ejerce como profesor asistente. Es autor principal del estudio mencionado.

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