En tanto el resto del mundo se curaba las heridas de la Segunda Guerra Mundial, en 1947 en Delicias la vida transcurría en apacible calma, cada quien ocupado de sus propios asuntos, cada quien ocupado en su rutina diaria.
La Policía Montada, organizada por el alcalde Laing, de acuerdo a la dura disciplina militar que él, proveniente de las armas, era el primero en acatar, rondaba en las noches las calles oscuras, atravesaba acequias y canales buscando malandros y desvalagados para invitarlos a la cárcel, a empujones, culatazos en el lomo y, a los más panteras, esposados con unas esposas de fierro que se les hundían en las canillas.
En cambio, en el día todo era bullicio y actividad, un colmenar humano en perpetua ebullición, unos trabajando de peones de brazo en las labores agrícolas, otros detrás de los mostradores de madera del eferveciente comercio, unos en categoría de patrones, los más viviendo del siempre magro salario.
Ya hacía siete años que el Colegio La Paz había abierto su puerta, seis y cuatro, respectivamente, que Bodegas de Delicias y Vinícola Delicias recibían las cosechas de jugosas uvas, que en sus rudimentarias instalaciones eran transformadas en ricas y llegadoras bebidas que entonaban el cuerpo, alegraban el espíritu y al día siguiente hacían estragos físicos y morales en el cuerpo y en la conciencia de los gustadores.
Pero no todo era trabajo y vicio.
También había tiempo para el deporte, para el beisbol desde luego, para el básquet, que de jugaba en canchas como la de la foto, que la colección Guillén Porras le regala a sus ojos, en la confianza de que la pueda disfrutar sin que le ocasione dolor de cabeza, daño colateral de alguna gustada sabatina.
Fue la primera del pueblo, ubicada en el patio de tierra de la casa de Cipriano Vargas, tercer Presidente Municipal, en Calle 2a y Avenida 1a Norte, donde años después estaría la Imprenta Cumbre y actualmente es una tienda de colchones de borra sintética.
Ahí inició el Deporte Ráfaga en Delicias, que en 1954 obtendría el sub campeonato estatal y de ahí pal real, hasta los actuales y taquilleros Pioneros.
En la otra foto, parte del tesoro de Rosa Chacón López, posan elegantes y vaporosos Manuela Chacón y Macario Chavarría el feliz día de su anhelada boda, enamoradísima pareja de la Colonia Terrazas que por pajes, madrinas y padrinos no batallaron, tampoco por falta de telas finas, olanes y flores artificiales para adornar la cabeza.
Historias, acontecimientos entre tejidos de nuestra rica y variada historia, ideales para pasar unos minutos evocando el pasado, sólo recordando, ante la imposibilidad de rodar hacia atrás la rueda del destino indetenible.
