Eric García se convirtió este martes, por fin, en nuevo jugador del Barcelona. Diez meses después de que el club azulgrana, entonces dirigido por Josep Maria Bartomeu, atacara por primera vez un fichaje de bajo costo al que no se avino el Manchester City y al cabo de seis que protagonizara una agria polémica en plena campaña electoral de las elecciones a la presidencia al negarse Joan Laporta a cerrar su incorporación, que avalaban los otros candidatos en acuerdo con la comisión gestora, por su empeño en adquirirlo gratis, el central concluyó este largo regreso a casa, cuatro años después de su marcha al club citizen.
García se convierte de esta manera en el segundo fichaje de la era Laporta, procedente curiosamente del mismo Manchester City, también a coste cero pero con una diferencia evidente respecto a Sergio Agüero: si el delantero argentino, que el martes cumplirá 33 años, lo hace en el ocaso de su carrera deportiva y provocando expectativas y reticencias a partes iguales, el central, de 20 años, personaliza de manera indiscutible una apuesta de futuro como la que en su día protagonizase el que se quiere presentar como su espejo: Gerard Piqué.
Ambos, eso sí, como los siguientes que se suponen, llegan con la carta de libertad bajo el brazo, una circunstancia casi obligada atendiendo a la difícil situación económica del Barça.
El nuevo defensa azulgrana concluye de esta manera diez meses de inquietud en los que mantuvo firme su deseo de volver al Camp Nou a pesar de todos los condicionantes que se sucedieron en este tiempo. Aceptó primero un salario mucho más ajustado del que le podían ofrecer otros clubs por su sueño innegociable de regresar a casa y, después, volvió a aceptar la rebaja presentada por Laporta.
«Estoy muy contento de volver a casa”, reveló el jugador en sus primeras palabras tras superar los exámenes médicos previos a su presentación oficial, tras la cual se desplazará a Madrid para sumarse a la concentración de la selección española que preparara a las órdenes de Luis Enrique, uno de sus grandes valedores, la Eurocopa que comenzará en pocos días.
Central diestro de excelente colocación, buen juego de cabeza, solvente salida con el balón y capacidad de liderazgo, su fichaje por el Barça asegura una sucesión y continuidad en el perfil deseado por el club azulgrana, donde es visto como el heredero perfecto para Gerard Piqué.
De hecho, el paralelismo entre Èric García y Piqué es evidente. Ambos abandonaron el Barça en edad juvenil y marcharon a Manchester (aquel al United y este al City) y si Gerard en tres temporadas totalizó 23 partidos a las órdenes de Alex Ferguson en los Diablos rojos, Èric sumó 35 en el mismo periodo con los Citizens bajo el mando de Pep Guardiola. El entrenador escocés, con la presencia de Ferdinand y Vidic en su plantilla, nunca acabó de creer firmemente en Piqué, abriendo la puerta a su traspaso sin dudarlo en cuanto el Barça le ofreció 5 millones de euros en 2008; el técnico catalán, sin embargo, sí tenía fe en García, al que iba madurando poco a poco… Hasta que el jugador le comunicó su deseo de volver al Barça. A partir de allí, con todos los mimos de palabra, prácticamente dejó de contar con él.
Otra circunstancia que les une es que Piqué volvió al Barça el mismo verano de 2008, con 21 años cumplidos, al tiempo que Eric García, con siete años, entraba a formar parte de la cantera en edad benjamín. Hoy el primero será uno de los líderes del vestuario encargado de modelar el crecimiento del otro, al que perfectamente puede contemplar como un digno sucesor, considerado como uno de los defensas con mayor futuro y que se suma a una plantilla con excedente de centrales por cuanto, de momento, cuenta además de ellos dos con Ronald Araújo, Óscar Mingueza, Clement Lenglet y Samuel Umtiti, siendo este último un claro descarte del club, que le buscará salida inmediata y sin que se tenga absolutamente claro el futuro tampoco de Lenglet… Y quién sabe del propio Gerard.
Fuente: ESPN