Siguió, siguió y siguió intentándolo el equipo azulgrana a pesar de comenzar a flaquear en el físico, viéndose el Sevilla más entero frente al cansancio local y solventando entonces Lopetegui, pasada la media hora, dar dos pasos al frente, comenzando una presión asfixiante que pesó como una losa en el Barça, al que le costó reencontrarse con sí mismo, por más que lo hizo, en espíritu de lucha.

Querer pero no poder. Atacar con más ganas que ideas, volcarse sin mantener el orden y entender que solo atado a un milagro podía mantener la esperanza. Así se dirigió el equipo de Koeman al desemboque del partido, volcado hacia el área andaluza, buscando el milagro… Que llegó en el último suspiro, con el cabezazo de Pique que igualó la eliminatoria y la condujo a una prórroga dibujada con ánimo azulgrana.

Koeman, que empieza a estar tocado por una varita Cruyffista en lo que a suerte se refiere, acertó hasta en los cambios, puesto que fue Braithwaite, remedio de urgencia, solución desesperada en el minuto 89, quien remató en el 94 el 3-0. Ver para creer.